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Publicado por
RAQUEL PALACIO
León

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HA OCURRIDO que los plebeyos tuvieron el desprivilegio de serlo. Hace una semana, en el auditorio del reino, los músicos celtas no tuvieron permiso de acceso a los camerinos. El por qué era porque no. El responsable no estaba allí para explicarse. Así que nada, a tocar bajo impotencia. Y la gaita enfadouse. El violín dijo que no podía ser así. Pero era. Era que por cortesía un escenario. Pero sin trastienda, sin la privacidad y el descanso de un rincón donde prepararse para salir a escena. Porque salir a escena es toda una decisión; es un logro que deja detrás nervios más o menos tracioneros o más o menos fructíferos, ilusiones más o menos verificadas después, ganas con o sin razón esclarecida, pasión arraigada o adquirida, creatividades con o sin intención, versión o componer, búsqueda y desvelos y muchas horas de trabajo más o menos fluido, dificultoso o relajado. Pero si para los visitantes hubo la intimidad de un camerino donde ponerse de acuerdo con los últimos miedos y manías acuciantes, para los residentes fue un salto directo desde el suelo. A tocar, que para eso os pagan. Era el último concierto, el último día, ¿acaso sigue sin importar y no hay nadie que venga a contar qué pasó, o a pedir disculpas? Pues vaya. El último día de las cosas siempre tiene cierto tinte de despreocupación. Es bueno para unos, malo para otros y tal vez indiferente para unos cuantos. El último día de una espera impaciente parece que no se acaba nunca. El último día de una obra de teatro es un reclamo para los rezagados. Esto es lo que sucedió anteayer en el Teatro, Benevívere, en el pueblo del buen vivir, donde hubo más gente que cualquier día anterior.. Y el último día para los actores es una extraña mezcla de euforia y de pena. Atrás quedan las inseguridades, el cansancio, pero también el horizonte de una nueva oportunidad para mejorar lo presente o para, simplemente, volver a salir al escenario a recrear. Porque cada representación es diferente, y aunque todo haya quedado establecido en los ensayos, el actor vive cada momento en las tablas como la persona que es,con todos sus momentos únicos e irrepetibles. El último día para los actores viene a decir que todo lo que podía ser ya fue. Ya está. El buen rollo, las risas, todas las emociones se regodean entre bambalinas y en los camerinos que nosotros sí tuvimos quizás porque saben que pertenecen a unos días concretos que van a tener su fin. Y a otras cosas mariposas. A saborear con gusto y discernimiento lo que se ha hecho para que sea la mecha de lo que habrá de hacer