Buscando la verdad
NO SÉ si vieron la tele el miércoles por la noche, a la hora de los programas interesantes, en la 2. «Redes» es el título de un espacio donde no cabe ninguna mentira. Información verídica y resumida al alcance de cualquier mando a distancia. Esta semana trataba de las obsesiones cerebrales, de esas actitudes o hábitos que se escapan a nuestro control y que con más o menos intensidad pueden amargarnos la existencia. Hablaban, entre otras cosas, de que cuando nos duele el corazón lo que en realidad sentimos es dolor en un brazo, o en la espalda, debido a que allá por la prehistoria teníamos el corazón en otro sitio. El cerebro lo recuerda y a día de hoy todavía no identifica su lugar en el lado izquierdo del pecho. Curioso y desconcertante para los esquemas de cualquiera. A modo de anécdota contaron el caso de un hombre que le dolía el brazo que acababan de amputarle. Lo busco ansioso¿ urgentemente y no paró hasta encontrarlo en el laboratorio donde procedían a su examen y estudio. El hombre, aliviado, lo incineró. Automáticamente su no-brazo dejó de dolerle para siempre. Hagan esto todos los tullidos que puedan, pues es este un mal común y extendido entre ellos. Mientras los neurólogos se afanan en buscar interconexiones y zonas cerebrales que determinen esta dolencia, para saber dónde y como atacar, un hombre desesperado y decidido descubre nada menos que lo infalible por la vía rápida. Por comentar un caso parecido: Los científicos de la NASA se aplicaron durante meses y mediante desorbitadas cifras de millones de dólares, de esas que sólo de oírlas se nos pone cara de cálculo inabarcable, para conseguir un bolígrafo inmune a la ingravidez del espacio. Los rusos se llevaron un lápiz. Se me ocurre una cierta comparación para la ciudad. Fotos antiguas colgadas en numerosos bares y establecimientos, utilizadas como reclamo para alguna exposición o reinterpretadas por algún pintor, nos muestran un casco antiguo digno de no haber desaparecido. Arquitectos laboriosos con años de carrera y, se supone, con todo el extenso campo de la imaginación a su servicio, optaron por una planicie de granito. La modernidad y el espacio, tiene ventajas, pero todo las tiene y eso no sirve de consuelo ni de olvido ni de disculpa. Ahora tenemos un Casco Antiguo que apechuga con el desmerecedor adjetivo de «nuevo». Pero, como dijo el presentador de Redes, nuestro cerebro no está diseñado para buscar la verdad.