Diario de León
Publicado por
RAQUEL PALACIO
León

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SI ESCRIBES se sabe lo que piensas, para qué escribir si la verdad no puede decirse» me comentó un día una amiga refiriéndose a cuánto de personal hay en un relato, o lo que sea lo que se escribe. Lo peor no es lo que se cuela vía subconsciente, sino el vértigo de escribir una realidad, describirla tal cual está en el mundo y hacer con ella un cuento, una novela, un ensyo, una obra de teatro, poemas. La tentación de convertirse en la protagonista justiciera y darse un homenaje de causas azares y justificaciones. Sólo los aludidos se darían por tal y no habría problema en colar la historia para los demás como fruto exclusivo de la inventiva. vamos que seía algo así como convertir los más íntimos pensamientos y pareceres en en una indirecta literaria, en una confesión publicada. Su situación era un simple dilema que precisaba de una simple decisión, pero qué difícil. Porque se trataba de una de esas ocurrencias que reinciden varias veces al día, si no se convierten en un rumor constante detrás de la oreja; que se estiran y se encogen con elasticidad de goma. Porque se asoma la cobardía de esconderse tras la pluma y a nadie le gusta saberse cobarde. Porque unos aludidos descubrirían los secretos de otros y esto sí que no se puede consentir, aunque con ello se tiren por tierra muros de recelos y presuposiciones y quede el espacio libre de vergüenza y los trapos sucios secándose al sol. Esto ocurrió hace el tiempo suficiente para que ella entrase y saliese de una crisis que le hizo dejar de escribir pero no dejar de mirarse dentro, como una exploradora incomunicada. Se curó el día que leyó una entrevista a José Hierro, quien afirmaba que para él no era un problema pasarse una larga temporada sin escribir. Mi amiga no recuperó inmediatamente sus facultades de escritora, simplemente suspiró muy aliviada y pasó página. Ha descubierto que se le había escapado de las manos todo lo gratificante, y que eso es lo último que debe perder el escritor. Las nubes más negras traen la lluvia más fértil, y ahora su talante creador ha subido un peldaño. Tenemos que alejarnos de nuestro fin principal para volver a él tantas veces que no quepa duda de que es él el principal fin. Los lastres ya están aquí cuando nosotros llegamos al mundo y hay que aprender a rendirse sólo ante las evidencias. Ánimo para ella y para todo aquel que se esfuerce en poner un poco de luz y orden, un poco de belleza sobre la mesa de lo que somos.

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