Jorge Arbusto ataca de nuevo

DE NUEVO BUSH. Sólo había otra alternativa y nadie parecía optar por lo malo conocido. Ahora nos quedan cuatro años de asistencia a la continuación. Capítulo 2: Jorge Arbusto (compruébenlo en un diccionario de inglés) duerme tranquilo tras comprobar que sus fieles siguen siéndolo, convencido de que su cruzada particular para librar al mundo de los malos es una hazaña legítima y posible. Nada tan funcional como una creencia para engrasar los motores de la avaricia. Avaricia de poder, de un puesto en la Historia, de una relevancia cimentada en el pasado de un país en tela de juicio. A este lado del charco queríamos saber cómo funcionaba Kerry, qué medidas tomaría primero... daba igual, lo urgente era que se marchara Bush. Fuera. Pero le votaron. Documentales que hubiéramos visto bajo mando Popular mostraban, hace una semana, en la 2, el esquema de funcionamiento de un país con la autoestima muy alta, donde los recién llegados, aspirantes a ser ciudadanos americanos, deben pasar un examen que incluye estar orgulloso y exige reverenciar su bandera. Esta conducta tachable de patriotismo enfermizo es, sin embargo una especie de escenificación del compañerismo más infantil importado directamente de la vieja Europa. Su declaración de principios suena a boy scouts en plena excursión por el bosque. Demasiado pretencioso para un fundamentalista con el cerebro plagado de versículos y plegarias. Las generalidades siempre se llevan por delante a lo particular, y hace rato que el antiamericanismo se puso de moda. No ir a Mc Donald¿s, no beber Coca-Cola, no ver películas americanas... Esto promueven los convencidos. Ciertamente, algo cambiaría si esto se llevara a cabo de manera estricta, aunque sólo en lo económico y volviendo a pasar por encima de quien no tiene que ver, aquí empleados con familias que alimentar o finales de mes que llevarse a un bolsillo precario. Total, que no va a ocurrir, no podemos ejercer la resistencia más que de pensamiento, puesto que las hamburguesas, aunque dudosas, están buenas y van con regalo, las películas triunfan y qué decir de la Coca-cola. Nos queda expectación, escepticismo y templanza para ver cómo se desarrolla lo ya comenzado. Quizás lo que nos resulta más difícil de visualizar es a la gente que le ha votado, por qué lo ha hecho, cómo no quieren cambiar. Como siempre, la Historia continúa.