Cosas de niños

PASO por delante de Zara, atravieso las tiendas emergentes en la nueva área semipeatonal de la Puebla, rutilantes los escaparates que exhiben las prendas de marca que encandilan a la gente pija. Veo las zapatillas de Nike y otras marcas, futuristas y de colores atrevidos. La semana pasada «celebrábamos», es un decir, el Día Mundial del Niño, de esos niños que trabajan como esclavos para producir toda esa parafernalia o manipulando poductos tóxicos para fabricar juguetes con los que nunca jugarán. Da miedo pensar que la gran potencia mundial , se ha negado a firmar la Convención de los Derechos del Niño. Miedo da escuchar al siniestro Putin, incapaz de administrar el arsenal de armas de destrucción masiva que ya posee, anunciando nuevas armas nucleares «que los demás no podrán tener», mientras adolescentes rusas huyen en masa del hambre hacia la prostitución. Miedo produce leer en una publicación del arzobispado de Madrid, que Bush ganó las elecciones porque en EE.UU. todavía se respetan los valores morales y religiosos. Será porque mientas el marine dispara a quemarropa sobre el prisionero inerme, el Presidente amnistía un pavo el Día de Acción de Gracias. El problema del mundo no es el terrorismo, es la insensibilidad de los mayores hacia los pequeños, la pobreza extrema y sus derivados, los 30 millones de húérfanos del sida y los que no pueden medicarse en Kampala por la alianza de la Administración USA contra los genéricos y a favor de las multinacionales del medicamento, los niños de la calle que ví en Brasil, en el Caribe, en Asia, en Africa, en Oceania. Renacido y creacionista, acostumbra Bush a poner a dios por testigo y cómplice de sus fechorías, de hecho ha declarado que su dios ( lo pongo con minúscula porque eso no puede ser Dios), le pidió expresamente que se presentara a las elecciones, lo que no casa mal con el mensaje inscrito en el dólar «in God we trust». Pero su moral sostiene que los pobres, incluidos los dieciseis millones coma cien mil niños pobres de Norteamérica, son responsables de su pobreza y dios no es neutral en eso, ya que la riqueza, para un calvinista converso, es signo de bendición divina y la pobreza un castigo para el eje del mal. Incrementa el presupuesto hasta 400.000 millones de dólares en armamento, practica el darwinismo social negando la financiación a los programas de lucha contra las drogodependencias, sustituyéndolos por programas «que faciliten la rehabilitación a través de la oración».Da miedo.