Verde y ruidosa II
CONTENTA aparece la concejala de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Ponferrada, adornada con su nueva bandera verde, que esto ya parece el Palacio de Europa, pero esta vez más contenta porque se la han dado los socialistas en Madrid . Y ya puestos, anuncia que el Ayuntamiento invertirá los próximos dos años 87.548 euros en programas de educación ambiental, siete en total. La noticia me alegró también a mi, de entrada, y supongo que a los muchos ciudadanos que sufrimos la falta de educación medio ambiental de la Concejalía de Medio Ambiente, fuente ella misma inagotable de producción de ruido contaminante en este Municipio. Los programas se dirigen todos a educar a otros, a concienciar a todos los escolares, al cambio climático, a actividades en Palacios de Compludo donde de momento no hacen ruido los del Ayuntamiento de Ponferrada, hacia los de la tercera edad, tan necesitados de educación ambiental ellos, etc. Aunque la ley ya no prohibe la blasfemia, no puedo reproducir aquí lo que escuché a uno de la tercera edad, precisamente, cuando se vio rodeado, en un parque público, por varios operarios de verde fosforito, con sus motos al hombro y con el escape libre, a primeras horas de la mañana, llenando el espacio de ruido ensordecedor, hojas que vuelan, arenillas que saltan, levantando una polvareda, en vez de hacer ese trabajo, de forma más eficiente y discreta, con un rastrillo de avellano. Esa Asociación que regala banderas verdes, igual me da que las entreguen los ministros del Partido Popular o las ministras del PSOE, ignora algo tan elemental como que la política protectora del medio ambiente ha de ser global, es indivisible, o dicho de otra manera, que un enfermo sigue siendo un enfermo aunque tenga los ojos bonitos. Por eso la normativa europea, de obligado cumplimiento para todo nosotros, habla de «Prevención y Control Integrado de la Contaminación» (IPPC). La contaminación acústica está demostrado que produce más daños en la salud de los españoles que cualquiera otra, y en esto, por acción y por omisión, el Ayuntamiento de Ponferrada merece un correctivo no una o varias banderas verdes . Quienes las otorgan, desde lejos, son tan incompetentes como los que se envuelven en ellas para cubrir las vergüenzas de una mala gestión medioambiental. Ahora, la gran pregunta es quién educa a los educadores.