Diario de León
Publicado por
RAQUEL PALACIO
León

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TODAVÍA NO se ha fallado el ideario definitivo en el que se sostendrán la ética televisiva y sus horarios. Pero el cambio ya está aquí. Tengo que decir que sólo veo la 1 y la 2, no tengo antena pa¿ más, y la comparación de lo presente con lo de hace unos meses resulta ser un tremendo contraste. Como por arte de magia han vuelto a aparecer en nuestras pantallas personajes y temas que habían sido relegados a la trastienda del recuerdo de tiempos más frescos. Ahora saboreamos la olvidada tranquilidad (e importancia) de poder asistir a un debate en el que participan posturas e ideologías enfrentadas, en el que se encuentran cara a cara y en igualdad de condiciones representantes de toda corriente, y en definitiva, de todos nosotros. ¿Cuándo empezó a decaer? Dice un chiste ya viejo: «No me gusta nada Tele 5, estás viendo tranquilamente los anuncios y de repente te ponen un trozo de película». Mejoría o no , esta observación puede aplicarse a todas las cadenas. La publicidad ya es un arte, lo avalan anuncios de los que podemos decir: «me encanta este anuncio», y lo merecen profesionales que hacen gala de portentosa imaginación, buen gusto y sensibilidad, pero aún así. Igual que el cine es un factor muy influyente en el desarrollo de las relaciones humanas(antes la gente se besaba sin haber visto nunca hacerlo, ahora todos queremos ese beso precioso y apasionado de tal película, o esa demostración de amor verdadera u original de tal otra, aunque no seamos capaces de reconocerlo), la publicidad es un componente del aire que respiramos. Y la telebasura un icono que ha cuajado profundamente en el pensamiento y en las conversaciones cotidianas de mucha gente. Es una manera más de contrastar pareceres y puntos de vista, de formar opinión. Si leemos el reportaje que Juan José Millás le hace a un ama de casa en El País Semanal del día 9, no podemos seguir criticando tan fieramente a los que ven telebasura. No por casualidad ni por pasividad ni por compañía (que también todo esto) sino porque siguen los programas y las series; y no uno o algunos, sino todos a la vez. Y se identifican con las personas que los nutren. Los niños han sido recordados y ahora van a tener espacios propios y adecuados, pero ¿qué hay de toda esa generación que ha crecido frente a la deseducación televisiva?. El tiempo lo dirá si es que no lo está diciendo ya. Por lo menos, menos mal.

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