Con la Iglesia hemos topado
AL SER año del cuarto centenario del Quijote, aprovecho cada poco para soltar una frase de nuestro libro más universal y así no ser tachado de pedante. Y dicho esto, recordemos que «Sancho, con la Iglesia hemos topado». Y es verdad, el Santo Padre languidece, por mucho que Joaquín Navarro Vals nos insista que sale de uno y otro achuchón victorioso. Para los católicos. Especie en extinción a tenor de lo reflejado en los medios de comunicación, y más de cómo se nos mira entre los propios colegas de la clase periodística. Para los católicos, decía, son tiempos de asumir que el actual Papa se muere. Así de fuerte y así de simple. Con lo que una nueva etapa se avecina. Muchos esperamos un nuevo obispo de Roma aperturista en lo social, pero igual de buen cabeza de Estado y pragmático como lo ha sido el máximo prelado polaco. El listón como estadista y cabeza de la mayor religión del planeta ha quedado muy, muy alto. Reagan, Gorvachov, otros de su tiempo histórico (caída del comunismo en todos los sentidos) han quedado mermados ante su tesón y fortaleza vital. Y con la Iglesia también topó la Junta. Más en concreto, el guardés de Peñalba y el delegado territorial. La joya del mozárabe berciano pertenece al pueblo, a la Iglesia en sentido social. No a organismos políticos. No se pueden pedir colectas para el mantenimiento de los templos, impuestos para programas de restauración de monumentos y luego quitarles a los vecinos, a los ciudadanos, a los fieles, a los contribuyentes, el uso y disfrute de sus posesiones. La iglesia de Peñalba es de los vecinos de Peñalba. Otra cosa es que los habitantes respeten un horario, un uso, acorde al mantenimiento integral del recinto. No me imagino a un vecino del pueblo celebrando su funeral en otra localidad sino en su iglesia de toda la vida. Lo contrario es una ofensa. Y por último. Bajan aguas revueltas contra Eduardo Fernández, delegado de la Junta, secretario provincial del PP y ponferradino de pro. Oyendo y leyendo a todas las partes sólo cabe una reflexión que hago en voz alta y dejó aquí como guante lanzado a quien corresponda: mal periodismo es el que lanza la acusación y esconde la cabeza; mala gestión es la que mantiene un catastro desacorde con sus datos de superficies y titularidades; mala administración la que manosea bienes cedidos y no es transparente y ágil; y mal político es el que sólo basa su trabajo en afrentas personales.