La casa de Pío Rafaelín

HA NACIDO un libro editado en Ponderada, una novela de José María Gómez Pontón, cuya trama discurre en Laciana, donde ayer se presentó a los vecinos y medios de comunicación. Es la historia de una familia que vivió los horrores de la guerra desde el lado de la República. «No está en mi ánimo reabrir viejas heridas al recordar unos hechos que forman parte de la historia más infame de este país. La teleología de esta novela es totalmente antagónica al resentimiento. Simplemente deseo que nos ayude a reflexionar para que el lado más miserable de la conducta humana nunca más vuelva a aflorar». Así resume el autor la motivación literaria de una historia triste narrada por una anciana amable que reconoce que no faltará otra mujer que desde otra perspectiva o bando pudiera igualmente hacer un alegato cargado de razón contra la guerra, contra todas las guerras. Estamos ante u alegado total contra la guerra, que hace aflorar lo mejor y lo peor de los seres humanos, con sus secuelas de cárceles, exilio, rapiña, desánimo y muerte. Pienso, no obstante, que el verdadero protagonista de la novela es el Valle de Laciana y su tránsito traumático de la ganadería a la minería, de la ruralía al mestizaje, que sufre dolores de parto cuando la sombra de la guerra detiene a los bueyes en la arada y aquel territorio declarado por el Rey Sabio territorio libre de vasallajes, deja de ser, por un tiempo, el valle de la libertad. Quizá allí esa carencia resultó más dolorosa, porque estamos hablando de un reducto de la cultura muy significativo y ejemplar, gracias a la Fundación Sierra Pambley, los Amigos de la Escuela, las Escuelas Graduadas y otras realidades pioneras nacidas con el impulso del lema republicano «un hombre , una escuela». Gómez Pontón se nos revela aquí como un escritor capaz de captar, cosa admirable siendo tan joven y si haber vivido esa realidad, el aire espeso y opresivo que precede y acompaña a todas las guerras, el aire que envuelve y alimenta los cambios sociales, el paralelismo del decaimiento de las personas y las cosas cuando llegan las verdaderas desgracias colectivas, si bien es cierto que al final vuelve el sol y amanece la esperanza, gracias a la fortaleza de la mujer del pueblo, la madre coraje capaz de atender dos casas a la vez. Es ella la única capaz de levantar de nuevo la ultrajada casa de Pío Rafaelín