Diario de León

| Reportaje | Cultura alternativa en mitad del monte |

Un festival a contracorriente

La concentración ecológica Sueño Verde arranca en Matavenero con conciertos, actuaciones teatrales y espectáculos circenses en una jornada marcada por la lluvia

El recinto está instalado en mitad del monte, cerca de Matavenero

El recinto está instalado en mitad del monte, cerca de Matavenero

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M. Á. Cebrones - bembibre | corresponsal
León

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En mitad de la montaña, sobre la ladera donde se asienta la localidad repoblada de Matavenero (Torre), artistas venidos de distintos puntos de Europa y Estados Unidos convirtieron ayer un paraje semiagreste en el escenario de un festival de música, circo y teatro a contracorriente. Tanto que hasta la climatología se puso en contra de los organizadores del Festival Sueño Verde. Y es que las inclemencias del tiempo deslucieron en parte la celebración del primer encuentro ecológico, que concentra a grupos como los británicos Zero & Decibelle, The Antirockers Sound System, los palentinos Familia Skarote, los vallisoletanos Zumba Perendegue, Loove y Baqueta Mamaterra, Soga 74, de Burgos, y los leoneses Mountain Kids y Pan de Capazo, entre el medio centenar de artistas que desde Polonia a Centroeuropa, en incluso Norteamérica, se han citado en la montaña berciana. En las primeras horas de la tarde de ayer sábado la lluvia obligó a recogerse bajo la carpa circense a los participantes del encuentro ecológico, manteniéndose en el interior de esa instalación varias de las actividades programadas. Los masajes y talleres de estiramientos siguieron realizándose a lo largo de la tarde suponiendo uno de los espectáculos más llamativos. Los malabaristas hacían ensayos para exhibir sus habilidades en el exterior cuando la lluvia amainaba. talleres de danza y exhibiciones de juegos con yo-yo estaban amenizadas con música de bombos y djembés. Los niños tenían una parte destacada. Lograr mantenerse y caminar sobre una bola hinchable y los saltos en la cama elástica se llevaban la palma entre los juegos preferidos por los más pequeños, aunque no se olvidaba la fabricación de juegos y adornos utilizando materiales de deshecho. Los puestos de venta ofrecían prendas de confección, productos artesanales y ecológicos, trabajos de cuero y una amplia gama de hierbas de infusión para tratar diversos males. Lo curioso y atractivo de las actuaciones que se ofrecían se vio deslucido, no solo por la climatología que redujo el número previsto de acampados. El coste de la entrada, 25 euros por persona, hizo también desistir a muchos de los visitantes que llegaron a través de las pistas forestales y no se colocaron la pulsera con la que se identificaba a quienes pagaban; una puntualización que deben tener en cuenta quienes se acerquen a la concentración en esta última jornada.

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