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Publicado por
RAQUEL PALACIO VILA
León

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CUANDO suena mi teléfono móvil y es esta chica que se busca la vida intentando combinar necesidad y satisfacción personal, sale este distintivo, «Cris voladora», para diferenciarla de otras Crises. Y es así porque esta Cris vuela casi todos los fines de semana en parapente, afición que me gustaría copiarle en cuanto se tercie. Vuela, sobrevuela el mapa berciano y vuelve a tierra para seguir haciéndose un hueco en el mundo laboral sin dejar de ser libre. Cris quiere ser autónoma en el sentido más amplio de la palabra, y para ello hizo un curso de quiromasaje (masaje con las manos) que ha sido su despegue y su disgusto de pies en el mismo suelo que comparten muchos otros pies. El curso en cuestión era subvencionado por los Fondos Miner, esa parcela de dinero que se reserva para zonas y familias mineras, y he aquí que chapuza considerable y decepción sin vuelta de hoja. Una de las alumnas era hija de un diputado, lo contaba y lo cantaba a los cuatro vientos, no era un secreto, no tendría por qué significar nada, pero a pesar de no haber asistido al curso en su totalidad, a pesar de no obtener, por consiguiente, los conocimientos necesarios, había un tal puesto de trabajo esperando para ella. Cris tiene hoy un diploma en el que figuran una serie de aptitudes: masaje, primeros auxilios, vendajes funcionales, fangoterapia... y ella cuenta con esa rabia y ese enfado de lo que debería ser y no es, que lo de primeros auuxilios lo dieron en una tarde cuando lo que dice el diploma dista en muchas horas de diferencia. Idem con lo de la fangoterapia, esa técnica que aplica el barro a la piel y se utilizan sus beneficios para los músculos y sus tensiones. Fue impartido por encima y sin lugar a experimentar. Y les dieron el uniforme de rigor el último día del curso. Y la profesora introdujo otro amago de curso de reflexología por medio porque lo daba una amiga suya. Y estaba más pendiente de la vida y devaneos de la gente que de impartir, enseñar, sería que tenía que llenar el hueco del desconocimiento, todo apunta a esta conclusión. Cris trabajó para ella después del «curso» hasta que la echaron sin pagarle lo que le debían y para pena de clientes que querían que les atendiera ella. Y eso, que ahora va por libre sacando ánimos de flaqueza. Es peliagudo, que se juegue con la salud de la gente como si fueran muñecos de prueba. Porque estos masajes no son un lujo, ni son gratis.