Bierzo 2050
JUEGO a los futuribles, imagino el Bierzo del año 2050. Le pongo ciento ochenta mil habitantes y puede que me quede largo. Pero algo habremos de crecer en estos nueve lustros que faltan. Hoy el Bierzo es muy berciano, tras la absorción de los viejos inmigrantes andaluces, leoneses, gallegos, extremeños y castellanos. Pero las cosas van a cambiar de nuevo, bien lo saben quienes viven en Madrid o en las ciudades grandes del Mediterráneo, ciudades ya casi mestizas, donde se convive con rusos y rumanos, magrebíes y andinos, subsaharianos e indios. El Bierzo futuro será mestizo, como un arrabal de París o de Lisboa. El Bierzo será de todos los que vengan y trabajen aquí, de todos los que sueñen y amen aquí, y también de los que padezcan y desvaríen. El Bierzo de 2050 será de una Ponferrada de más de cien mil habitantes, y de un "hinterland" entre Bembibre y Cacabelos donde vivirán otras cincuenta mil personas. Y luego quedarán los demás vecinos de la comarca, muy pocos ya, instalados en sus valles cada vez menos puros, más invadidos de segundas residencias, y ya sin carbón para entonces. El Bierzo de 2050 habrá perdido algunos encantos, los principales acaso. Por ejemplo, Peñalba y Montes serán un parque temático para viajeros cultos, también para los incultos. Y Las Médulas una desmesura lastimosa, un negocio obsceno; y ya no habrá ningún lugar recóndito en la comarca. Ni uno sólo. Todo estará bajo la lupa del viajero obediente y voraz, y los únicos secretos que quedarán en el Bierzo serán los que habiten en el fondo de uno mismo, en su memoria. Aventuro, pues, un fortalecimiento grande de las memorias individuales; de la pujanza de esas cartografías no espaciales que nadie nos puede arrebatar. ¿Y qué pasará en el 2050 con ese "lleunés" que tanto preocupa a algunos? Mejor no lo digo y conste que no me alegro (de eso que intuyo). ¿Y el gallego? El gallego resistirá, tal vez. Pero en muchos barrios de Ponferrada, ciudad para entonces con más mulatos, chinos y negros que blancos, hablará un castellano universal, adornado con palabras de Finolledo y de Malabo, de Busmayor y de Karachi, de Villarbón y de Guayaquil. Añado esto: todo el clero será africano y muchos concejales de origen búlgaro, mas no por ello dejarán de emocionarse ante la Virgen de la Encina. Y todos gustarán, a solas, de los versos más melancólicos. Porque la vida siempre es lo mismo: el bien y el mal; la alegría y el dolor; el tiempo y el olvido; el amor y la muerte; Para todos. También en el 2050.