Diario de León
Publicado por
JOSÉ ÁLVAREZ DE PAZ
León

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EL PRIMER ejercicio de redacción con que nos recibieron en el Seminario de Astorga a los noventa alumnos recién ingresados, tenía yo entonces diez años, fue aquel himno que empezaba así: «juventudes católicas de España, galardón del ibérico solar». Enseguida se comprobó que muchos de aquellos heroicos internos, atrapados en el frío, el sueño y el hambre, escribieron « iberi consolar». La palabra solar no estaba aún de moda en España. En ningún rincón de aquellas inquietas cabezas, rapadas e inocentes, había un espacio para la especulación, cuando España era un inmenso solar yermo y sin esquinas. Andando el tiempo, algunos olvidando su vocación, se hicieron constructores y del PP. Uno exhibe un medallón con gruesa cadena de oro que para si quisiera un patriarca metropolitano. Otro confiesa que, siendo un esposo fiel y cristiano edificante, lo único que le pierden son las esquinas edificables. No repara en medios a la hora de hacerse con una esquina, al precio que sea, caiga quien caiga. A lo que no está dispuesto, en su condición de alcalde, es a oficiar una boda gay, por escrúpulos de conciencia. Tampoco entiende, él que me quiere tanto, que yo sea de izquierdas, olvidando las enseñanzas recibidas en nuestra juventud; recuerda, me dice, el texto de Historia, que ambos conservamos, que contrapone la figura del pervertido y blasfemo Azaña con el testimonio del heroico general Mola, un caballero cristiano y español. O la Historia de la Cruzada que nos leían durante la comida, después del Tomás de Kempis. Yo contraataco con el Deuteronomio y le suelto la teoría de las contradicciones entre intereses y fines, fenómeno que suele manifestarse en las grandes burocracias con desarrollo diversificado y cuantitativo, entre las que Max Weber incluye a la Iglesia romana, a partir del Siglo XIII. Como no logramos ponernos de acuerdo, dejamos la filosofía para hablar de lo que de verdad nos une, nuestra condición de barcelonistas desde los ya lejanos tiempos del iberi consolar. El reside en la vecina Galicia y centra su militancia cristiana en la que espera próxima revalidación de don Manuel al frente del ejecutivo autónomo. Me muestra, muy contento, como prueba definitiva, la foto antigua de unas monjas votando en Vigo, cuya superiora y portavoz dice al periodista: «por supuesto, por supuesto, aunque fuesen peores, nuestra obligación es votar a los partidos de derechas, que son los que creen en Dios».

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