Fresa, chocolate y limones
LUIS tiene una curiosa costumbre: a veces, cuando graba sus canciones favoritas en una cinta para llevarlas en el coche, si le sobran segundos en los que no hay canción que entre sin cortarse, le da al botón de la radio y se graba lo que estén diciendo, cantando o anunciando en ese preciso momento. El resultado siempre es interesante por una u otra razón, y gana con el tiempo, como el vino y como el primer anuncio de fregonas. Sólo con un mes de antigüedad, lo capturado adquiere un velo de pasado que bien parece sacado de un baúl mucho más añejo. Pues bien, ayer por la mañana, estando Luis (que es artesano y ultima sus preparativos para el mercadillo medieval) en su taller, recibió una visita de su buen amigo Leopoldo (también artesano y conocedor de las costumbres de su compañero de ferias, carreteras y otros andares), quien, al oir ciertos comentarios radiofónicos que vibraban en los altavoces del cassette de Luis, entre sorprendido y escandalizado, dijo:»iHostiá!, ¿de qué año es esta cinta,tío?». A lo que Luis, irónico y quejoso en una misma frase, tuvo que contestar:»...No es una cinta, es la radio en directo. Es hoy.» Leopoldo no escucha mucho la radio, no ve un telediario si no es por casualidad, sólo coge un periódico si es para llenar tiempo de espera en algún bar, etc. Pero vive una vida errante y rica en gentes y geografías, se comunica, discute sobre temas en auge, tiene esa noción de las cosas que da la vida a pie de calle. Y como muchos de nosotros, desconocía el extremismo, lo tajante, la barbaridad de esas convicciones que sólo toleran heterosexualidad o castidad. Hoy. Quizás llegue un día en que ya no sea un tema de actualidad, ese día será bueno porque significará que se ha vuelto «normal» de una vez por todas. Mientras tanto, miles de individuos medio eligen llevar una doble vida de matrimonio formal, y con hijos, y con escapadas más o menos angustiosas a su secreto. Cuántos serán a los que les ha tocado tarde este viraje legal, aunque al menos están vivos para verlo. Y el cura que augura en la radio «si vuelve el pepé estas leyes no duran ni 24 horas» puede seguir soñando y añadiendo súplicas a sus oraciones, sin saber que sus inquietudes son historia ni que él mismo pasará a esa Historia como uno de esos miembros que ralentizan los pasos de la comunidad. Leopoldo se despide de Luis y se lleva prestada una cinta de vídeo:»Fresa y Chocolate... no la he visto, ¿está bien?» «¡Qué casualidad!»,piensa Luis mientras asiente con la cabeza