Diario de León
Publicado por
JOSÉ ÁLVAREZ DE PAZ
León

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NO ESTÁ ESCRITO lo que viene sufriendo el barrio de El Plantío, en Ponferrada, con las obras del nuevo puente sobre el río Sil, anticipo de lo que llegará cuando viviendas adquiridas a precio de zona residencial, se vean reducidas a la condición de vía de circunvalación. De momento, un tráfico incesante de camiones cargados de tierra, sin lona protectora, además de otras máquinas pesadas, atraviesan ese espacio urbano convertido en obra pública. Primero pasan los camiones lanzando tierra y polvo a discreción, levantando una espesa nube pompeyana, mientras una capa roja se apodera de todo el espacio y cubre los vehículos aparcados. Esa es la parte correspondiente a los de la destrucción. Luego interviene el Ayuntamiento-escoba-verde, regando con el agua que pagamos todos bien cara, pasan nuevos camiones y el agua se convierte en barro, así todo el día. La zona ya estaba bastante castigada por los ruidos municipales en horas tempranas, producidos por máquinas cortacésped, desbrozadotas, camiones cisterna de cuando reinaba Carolo y esos artefactos escandalosos que trasladan las hojas, papeles, pipas, polvo, sin ninguna operatividad pero con mucho ruido. Los sufridos trabajadores que soportan esas garrapatas prehistóricas, me producen una profunda conmiseración, todas las mañanas. Todo ello, incumpliendo la normativa comunitaria sobre ruidos ambientales, sobre horarios de las máquinas cortacésped y sobre homologación de máquinas de limpieza y ornato público, amén de la propia normativa municipal. La guinda la ponen esos consentidos con sus motos de pequeña o gran cilindrada que, con el tubo de escape libre y trucado, irrumpen día y noche en la intimidad, el trabajo o el descanso de los demás, sanos o enfermos, sin que nadie investido de autoridad o vestido de uniforme, pare los pies a esos seres desnortados que son la demostración de que la anarquía, como las iglesias, es eterna, las puertas de los poderes establecidos no prevalecerán contra ella. Conviviendo, eso sí, con el palo y tente tieso al ciudadano que, huyendo de las rayas azules, deje su utilitario y su desesperación aparcados en una isleta apartada o en un rincón de dudosa legalidad, pues aparecerá inmediatamente la grúa o el de uniforme con el multazo, el mismo que no vio los camiones sin lona protectora y las motos-despertador del común en las horas completas, prima, tercia, sexta y nona, sin olvidar las vísperas. Cuando sea mayor, quiero que me regalen una moto, para hacer con ella lo que me de la gana.

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