África
CADA TRES SEGUNDOS muere en África un niño menor de cinco años. Cinco años de mi vida dedicados a trabajos, especialmente iniciativas para la formación profesional, en la Asamblea de A.C.P. los setenta países más pobres del mundo, es una lección inolvidable. Ahora el grupo G8 vuelve los ojos a África, a nivel de conversaciones, debatiendo la posibilidad de invertir el proceso de empobrecimiento de aquel continente. Por si no fueran bastantes los procedimientos, burocráticos y distantes de la descolonización, basta el deterioro de las relaciones de intercambio para ahondar las diferencias. En sus largos discursos en Estrasburgo y en Kampala el líder de la OUA Museveni, repetía siempre lo mismo ante los miembros de la asamblea paritaria: antes con un saco de maíz se compraban dos camisas de algodón pero ahora hacen falta dos sacos de maíz para comprar una camisa de algodón. Quien haya vivido de cerca la tragedia africana habrá gozado días pasados viendo a cientos de miles de ciudadanos de cuatro continentes clamando por el fin de la pobreza en África y a los pueblos de África haciendo un esfuerzo sobrehumano para implicarse e intentar administrar con luz y taquígrafos los recursos adicionales necesarios provenientes de la Iniciativa de Financiación Internacional a favor de la inmunización, el Fondo Mundial para la lucha contra el sida, la ayuda europea al desarrollo y, en fin, todas las reivindicaciones que simbolizan esas bandas blancas ciñendo monumentos en Madrid, Roma, Sidney, Berlín o Londres. Si esto va en serio, pensábamos muchos, si la condonación de la deuda tantas veces pagada por el mecanismo del deterioro de los intercambios comerciales se hiciera realidad, estaríamos hablando del nacimiento de una era de fraternidad universal. La experiencia nos demuestra que en estos casos siempre aparece algo o alguien que lo estropea todo. Ahora mismo los muertos de Londres han eclipsado a los cuarenta mil muertos que cada día produce el hambre en el mundo, muertos de tercera como los de aquel famoso accidente ferroviario de hace ya muchos años. Pero si no fuera ese desgraciado motivo habrían sido los problemas de la demanda interna en Alemania, o el déficit por cuenta corriente en EE.UU, o una eventual caída desordenada del dólar¿ Al final el grupo del G8 ha pactado el incremento de ayuda destinada para África en la cifra de veinte mil millones de euros hasta el próximo año 2010 así como la cancelación de la deuda a dieciocho países por valor de treinta y tres mil millones de euros. Aunque ésta es aún así una cantidad manifiestamente insuficiente para detener el avance de la pobreza.