Violencia
UNA ANTIGUA viñeta de Forges mostraba un gorila retorciendo el cuello a un enano. Tiempos de violencia protestaba el gorila, vean con que furor mueve las piernas. Mientras el tribunal constitucional de Alemania rechaza la figura de la euroorden, Tony Blair sostiene que la guerra de Irak no tiene nada que ver con la matanza de Londres. Impresiona tanta contumacia como impresiona leer el último informe sobre la violencia ejercida en el ámbito sanitario en Castilla y León y las causas de la misma, que pueden ser la prepotencia de alguien, concejal o alto ejecutivo, que arroja al servidor público la consabida frase bananera de «no sabe vd. con quien está hablando», o la lentitud y poca calidad del servicio transferido, con escasas dotaciones, o en fin, sea esa violencia un reflejo de otras previas sufridas en el ámbito laboral doméstico o viario. Buscar las causas del terrorismo no es signo de debilidad o legitimación del terror, no es apostar por la indefensión colectiva bajando la guardia ante el terror, es combatir sus causas poniendo al descubierto sus raíces. Las malas hierbas también tienen raíces y suelen ser bastante profundas. No parece ser ese el camino elegido en el Reino Unido donde la policía especializada dispara en caso de duda contra el sospechoso, a muerte y a quemarropa, ejerciendo una violencia que engendrará más violencia y una inseguridad añadida para los ciudadanos. Afortunadamente no es eso lo que enseñan a nuestros policías en la academia de Ávila, Desaparecida o debilitada, en el ámbito laboral, la cláusula pro-operario, en franco retroceso frente a la progresiva civilización y mercantilización del derecho del trabajo, es ahora el turno de la vieja cláusula, humanizadora del derecho penal, in dubio pro reo. Es malo para la convivencia ponerse a contar cada uno sus propios muertos ignorando los de los demás, por lejanos que puedan parecernos. Conozco personas inteligentes que piensan de otra manera, más pienso que lo inteligente en este caso es tender puentes y buscar las raíces a la mala hierba en vez de hacer mofa de la propuesta de Zapatero sobre el encuentro entre civilizaciones, propuesta más valorada fuera de nuestras fronteras que dentro, dando la razón a Carlos III que, a tono con el pensamiento ilustrado, se atrevió a decir que los españoles son como niños, lloran porque les lavan. Mi amigo Gabinho, de Caminha, por el contrario se pone contento cuando ve gente de Castilla y León y recuerda que «nestas terras tivo moitos noivos dona Urraca».