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| Reportaje | Reina de la Encina 2005 |

Marian, la más guapa dePonferrada

La plaza de Fernando Miranda se convirtió ayer en pasarela de belleza autóctona, donde Marian Martínez reinó y Laura Fernández y Maite López se alzaron como damas de honor

Las siete jóvenes candidatas, antes de la proclamación de la reina, posaron en traje de noche

Publicado por
M. Macías - ponferrada
Ponferrada

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Las fiestas de la Encina ya tienen su nuevo icono de la belleza y su nueva imagen fresca y joven de representación. Se llama Marian Martínez, tiene 19 años y es una berciana de pura cepa, natural de Arganza, que acudía al certamen en representación del pub Nasdaq. Además de la más guapa, también destacó por ser la más sensible, puesto que la emoción y las lágrimas la envolvieron desde el mismo momento en que el jurado pronunció su nombre. Sus ganas por proclamarse reina de su ciudad no le faltaron desde el principio. Fue una de las primeras en presentarse y en todo momento se lo tomó como un reto personal en el que tenía que demostrar que ella era capaz de cautivar a Ponferrada de la misma manera que Ponferrada la tenía cautivada a ella. Su relación con el mundo de la pasarela, aunque no directa, es bastante cercana, puesto que, en los ratos libres que le deja su puesto de trabajo como promotora de ventas en un centro comercial, lo dedica a bailar como gogo. Pero no fue la única que brilló. Entre las siete participantes que finalmente integraron el concurso destacaron también las dos damas de honor, que completan el acompañamiento perfecto de belleza para las fiestas patronales. La primera dama, residente en Dehesas, es Laura Fernández, y la segunda, Maite López, de Fuentes Nuevas. Las tres se mostraron muy felices por su nombramiento y encantadas de ser la imagen que represente los actos festivos de la Encina. Enamorada de Ponferrada La joven belleza que se hizo con la corona más preciada de la belleza ponferradina se mostró en todo momento como una ferviente amante de la ciudad, su arte, su cultura y su gente. «De Ponferrada me gusta todo, no la cambio por nada», dijo. Y aseguró que lo único que no le agrada de ella es, precisamente, «la gente que intenta ensuciar su nombre». Como buena berciana se definió como gran degustadora del botillo y encantada con el castillo.