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El proceso se encuentra paralizado pese a disponer de todos los informes sobre el incendio

La muerte de dos brigadistas en Oencia sigue sin juicio al cumplirse cinco años

La familia reclama a la Junta que admita la negligencia cometida en el fuego por el forestal jefe

La imagen tomada el 29 de agosto de 2000 muestra la llegada del helicóptero con los dos fallecidos

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Manuel Félix - ponferrada
Ponferrada

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El 28 de agosto de 2000, el Bierzo escribía una de las páginas trágicas de su historia. Aquel día, un lunes por la tarde, morían en un incendio en los montes de Oencia dos integrantes de una brigada forestal: Fidel Brañas, vecino de Veguellina (Villafranca), que contaba con 38 años, y su compañero Manuel García, de 45 años y vecino del pueblo de Moldes (Barjas). Cinco años después, -el próximo domingo se cumplirá esa triste efemérides-, el caso se encuentra en vía muerta en los tribunales. Cinco años después no se ha fijado ni tan siquiera la fecha del juicio. Cinco años después, sus familias no les olvidan y reclaman justicia. No entienden cómo es posible que se encuentre desde hace más de un año finalizada la instrucción por parte del juzgado número 1 de Ponferrada y, sin embargo, sigan sin notificarle avance alguno del caso, ni previsión tan siquiera de fecha para la vista oral. En el banquillo de los acusados quieren sentar con sus denuncias al agente forestal Fernando Gutiérrez, que el día del siniestro dirigía los trabajos de extinción, a los brigadistas fallecidos y les colocó en un lugar que sus familias entienden era más que peligroso. También a la Junta de Castilla y León como responsable subsidiaria. Ayer, una hermana de uno de los fallecidos, Geni Brañas Barredo, habló para este diario y dijo que no hacía falta ser muy entendido en extinción de incendios forestales para darse cuenta que al lugar a donde enviaron a su hermano y al compañero de trabajo era de alto riesgo. Recuerda, utilizando también documentación, que la muerte por asfixia al inhalar humo de los dos brigadistas, tal y como se recoge en la autopsia, se produjo en una vaguada con un 75 por ciento de pendiente. Allí se produjo lo que los técnicos denominan como «efecto chimenea» y el fuego corrió por el monte a una velocidad de 150 metros por minuto, llevándose por delante todo lo que alcanzó. La Guardia Civil y otros efectivos tuvieron que emplearse a fondo y tardaron 15 horas de trabajos para rescatar del monte los dos cadáveres. Pese a que sigue sin existir juicio, el Seprona ya emitió informe sobre lo sucedido, aludiendo al citado «efecto chimenea». Los forenses también han firmado su informe sobre las causas de la muerte por asfixia. Los testigos también han prestado declaración, y uno de ellos, el brigadista Julio García Blanco, herido en el mismo suceso, es claro: «Fue un desastre por una negligencia».

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