Diario de León
Publicado por
RAQUEL PALACIO VILA
León

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¿POR QUÉ es tan difícil dejar de fumar? Porque estamos enganchados a la nicotina. Por que estamos enganchados a cuántas más de las más de seiscientas sustancias que contiene un cigarrillo. También porque un día hace mucho tiempo ya el acto de fumar estuvo bien visto. Porque Todavía, por mucho terreno que gane el modelo de persona sana (?), sigue siendo duro, valiente y mayor, el joven que llena sus recreos de instituto con un pitillo entre el pulgar y el índice. Todavía es atractiva para copiar la imagen de la fémina que habla o escucha mientras una nube caracoleante-ondulante adorna su aura, y una de sus manos, quizás indecisa si estuviera sola, ostenta un cigarrillo entre índice y corazón con elegancia y con cierto aire de voluptuosidad mezclado con el romanticismo que deja entrever una escena de estas características, tan repetida a lo largo de los filmes del séptimo arte. La conclusión a la que he llegado después de muchas reflexiones es que fumamos por placer. Pero es éste un placer engañoso y mezquino que se recrea a sí mismo cada vez que se disfruta. Es el placer de beber agua cuando se tiene sed, pero en perjudicial. No es placer escogido, es placer por mitigar la necesidad que se instala en aquellos que empezaron como empezamos todos (cada cual su anécdota) y un día compraron su primera cajetilla. Uno no bebe porque tiene sed, bebe porque hay agua. Uno no fuma porque se lo pide el cuerpo, fuma porque hay tabaco. Están los que salen a las cuatro de la mañana en busca de una gasolinera mientras por el camino vigilan de reojo un posible cigarro que haya perdido alguien. Hay fumadores tranquilos a los que un paquete les dura una semana. Hay quien vive regañándose por día tras día no dejar de fumar. Hay quien saquea compulsivamente el tabaco de sus colegas porque no compra porque lo está dejando. Hay a quien no le llega pa¿ vivir y busca céntimos bajo las piedras por dar unas caladas. Hay quien no puede dormir y se fuma un cigarro inútil que volverá a acelerar su ritmo cardiaco. ¿Llegará el día en que recordaremos aquella época fatal en que la gente fumaba sabiendo que era malo pero que muy malo? Mientras tanto, empedernidos y carreteros procuran no pensar mucho en las restricciones por venir. Una sombra maternal se cierne sobre los reacios a dejar este insano hábito. Dejar de fumar es gratis.

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