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Dos lobos a la mesa

El Teatro Bergidum programa para el 3 de noviembre el exitoso montaje de «La cena», con Carmelo Gómez y Josep María Flotats interpretando a Fouché y Tayllerand

En el centro, Josép María Flotats y Carmelo Gómez interprentando a Tayllerand y a Fouché

Ponferrada

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La noche del 6 al 7 de julio de 1815, caído en desgracia Napoleón Bonaparte, Talleyrand y Fouché se repartieron Francia en una cena. Los dos habían sobreviviendo a la revolución y al imperio. Tayllerand era un liberal de origen aristocrático, ministro en doce gobiernos y eficaz jefe de la diplomacia francesa, aunque de él se dijera que no era otra cosa que «una mierda en una media de seda». El jacobino Joseph Fouché, jefe del gobierno provisional en julio de 1815 y también conocido como «el carnicero de Lyon», ha pasado a la historia como fundador de la policía francesa, aunque hay quien sólo viera en el un «cortacabezas» mezquino y sanguinario durante los turbios años de la Revolución, que cambió de bando «tantas veces como una serpiente muda de piel» y que tuvo éxito en su faceta policial porque acabó «archivando» a la población. Tayllerand y Fouché, en la piel de los actores Josep María Flotats y el leonés Carmelo Gómez, son los protagonistas de la obra del dramaturgo Jean Claude Brisville, La cena , que imagina a los dos personajes históricos compartiendo mesa y mantel una noche posterior a la derrota de Waterloo para repartirse el poder de una Francia sin Napoleón. El montaje de la obra de Brisville, uno de los grandes éxitos de la pasada temporada en la cartelera madrileña, llega ahora al Teatro Bergidum de Ponferrada (jueves 3 de noviembre, 21 horas, entradas a 12 y nueve euros, a la venta a partir del día 21 de octubre) manteniendo el duelo interpretativo entre Gómez y Flotats. «A mí estos dos personajes me parecen despreciables, pero han aprendido a hacer del cinismo un arte», ha asegurado Carmelo Gómez de los dos protagonistas. Para el actor de Sahagún, «Talleyrand es el más artista de los dos, mientras mi personaje, Fouché, es un sanguinario, un mezquino, aunque se presenta como un tío simpático. En realidad son dos señores muy elegantes que quedan a cenar y yo me imagino que la historia del mundo está hecha de grandes cenas como esta». Flotats, que además de actuar, ha adaptado la obra al castellano y dirige el montaje, cree que su personaje era «un hombre de pactos». «Su razonamiento es que mientras París esté ocupado, con el ejército francés destrozado, no hay posibilidad de sublevación» y para que vuelvan los Borbones «debe convencer a Fouché». Ni Flotats, ni Carmelo tiene dudas sobre el verdadero interés que mueve a sus personajes. Salvar el pellejo es, al fin y al cabo, lo que ambos están buscando.