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| Reportaje | La esencia de un espectáculo único |

Les Luthiers, genio en estado puro

El quinteto argentino cautivó ayer al público berciano con su actuación en la que la música y el ingenio llevado a la palabra provocaron la sonrisa continua y un aluvión de aplausos

Publicado por
Miguel Ángel Tranca - ponferrada
Ponferrada

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La música y las frases inteligentes, a veces hilarantes y siempre ingeniosas. Ese fue el equipaje con el que el que Les Luthiers hizo ayer escala en Ponferrada. Su maleta. llena de recuerdos y de innumerables piezas, encerraba ocho obras maestras que el público berciano, cuya admiración por estos maestros de la genialidad trajo consigo un lleno absoluto del Toralín, consumió sin descanso y con una risa de oreja a oreja. Cuando una hora antes de su actuación se abrieron las puertas, el bullicio de gente ya auguraba un éxito rotundo que este quinteto argentino quiso premiar con sus «obras del ayer» en las que personajes como Warren Sánchez («verídico, es decir cierto» como puntualizaba López Puccio), don Rodrigo el Adelantado (porque llegó un año antes del descubrimiento de América), José Duval o María quedaron reflejados a la perfección, entre sonidos envolventes, ritmos tradicionales cual recorrido turístico y composiciones envolventes en las que la palabra, más bien la ironía, el gag y el genio de estos veteranos artistas. El sonido de la batería y la voz seria y profunda fueron los encargados de iniciar un repaso especial a la vida y quehaceres de decenas de personas cuyas historias musicadas adquieren una dimensión especial en la mano moldeadora de Les Luthiers. Con una carcajada, siempre con la sonrisa como estampa e innumerables aplausos, los miles de asistentes al concierto premiaron el mejor compendio posible de piezas, del ayer, del hoy y del futuro de estos argentinos. Carlos López Puccio, Daniel Rabinovich, Marcos Mundstock, Jorge Maronna y Horacio Turano, sustituto ayer de Carlos Núñez encandilaron a los asistentes con pequeñas obras de arte como «La balada del Séptimo Regimiento», en las que las bombas, algo desviadas, vuelan sobre unos músicos-soldados muy especiales («si no ganamos, estamos perdidos», dicen). «Quien conociera a María amaría a María», «Pappers Clemens» y otras pocas más de piezas fueron suficientes para que la noche, bastante fría, se convirtiera en un escenario mágico e intenso, lleno de calor y mucho ingenio. Tanto como estos cinco argentinos que llevan más de cuarenta años sobre el escenario son capaces de ofrecer. Sus instrumentos, fabricados por ellos mismos, y un perfecto conocimiento del idioma son su reclamo, ese con el que ayer cautivaron al público berciano que no perdió la ocasión para recordar la esencia de este grupo en algunos casos, descubrirlo en otros, y disfrutar siempre de su genio infinito, ese que a pesar de los años mantiene viva la esencia de Les Luthiers, una esencia que con «Las obras del ayer» hizo escala en Ponferrada, una parada repleta de buenas vibraciones y que llevó al público asistente al Pabellón del Toralín a aplaudir sin descanso cada una de sus intervenciones y a despedirles como se merecen, entre ovaciones y con la sensación de que el repertorio, dada su calidad, se había quedado corto porque lo bueno nunca es demasiado.