Vecinos, amigos y compañeros de Vilalba y Camposoto arroparon a la familia
Medio millar de personas despiden al soldado asesinado en Cádiz Una campaña, en positivo
La iglesia de Cuatrovientos se quedó pequeña en el sepelio del joven berciano Héctor Aznar
Héctor Aznar Castelao, el joven soldado que el pasado domingo fue asesinado en el cuartel de Camposoto en San Fernando (Cádiz) por un compañero de armas, recibió ayer sepultura en Ponferrada, ciudad en la que descansan los restos de sus progenitores. Más de medio millar de personas acudieron al sepelio para arropar a su familia, especialmente a su hermana Mirian. Entre ellas, numerosas personas desplazadas desde Vilalba, localidad en la que residía junto a una de sus tías desde hace año y medio, así como compañeros del cuartel y varios mandos del Ejército de Tierra. Desde primeras horas de la mañana fueron cientos las personas que asaron por la capilla ardiente instalada en el tanatorio La Encina de Ponferrada acudiendo muchas de ellas al funeral en la iglesia parroquial de San José Obrero en el barrio de Cuatrovientos, precisamente en el que reside parte de su familia y en el que durante muchos años de su vida vivió el finado. Cuatro autocares y un gran número de personas que se desplazaron por su cuenta fueron llegando poco antes de las cuatro de la tarde para acompañar a la familia rota por el dolor, especialmente su hermana. Ese dolor patente a lo largo de toda la ceremonia tuvo un carácter contenido, incluso cuando el párroco de Cuatrovientos pronunciaba su homilía, apoyada con palabras de recuerdo hacia Héctor. Tampoco en el momento en el que el féretro, pujado como a la entrada de la iglesia por algunos de sus familiares más próximos, entre ellos su abuelo paterno, abandonaba el templo rumbo al cementerio en el que fue enterrado, en el mismo lugar que sus padres, fallecidos también trágicamente hace pocos años. El dolor patente en la familia se trasladó también a los cientos de personas que acudieron al sepelio y posterior entierro, calificando algunas de ellas de auténtica desgracia lo ocurrido con una familia, que hace no mucho había perdido a sus progenitores y que el domingo se cebaba con el joven Héctor Aznar a manos presuntamente de un compañero de armas, Senén Manuel Figueiredo. Un dolor que también contó con ciertas dosis de rabia por todo lo ocurrido con una persona que apreciaban y querían.