Médicos y la caja «b»
LA CLASE MÉDICA está que trina con el actual marco de regulación de convenios y sueldos que la Junta de Castilla y León, a través del Sacyl, quiere implantar progresivamente. Los criterios de redistribución de cartillas sanitarias, esto es, pacientes potenciales, así como las plazas de médicos especialistas tanto en Hospitales Públicos como en Centros de Atención Primaria, no han sido bien recibidas por algunos, pocos, pero algunos de nuestros médicos bercianos. Me sorprende enormemente que estos médicos especialistas que cuentan con plaza en propiedad, bien merecida y ganada, dicho sea esto por delante, se quejen de lo que cobran con respecto a las tablas de sus colegas del resto de las autonomías españolas. En Castilla y León, se está un poquito por encima de la media nacional con una retribución mensual aproximada de 2.100 euros al mes. Y les parece poco argumentando ser titulados universitarios superiores. No son los únicos. Pero es que acaso se olvidan de los muchos colegas de profesión que ejercen su profesión en otras categorías, «menos clasistas», como la medicina de familia, por citar un caso. También se olvidan de la legión de clínicas y consultas privadas que han proliferado como setas y que esconden, bajo una aparente legalidad, una doble actividad de estos médicos especialistas en los que muy pocos han empeñado sus ahorros en instrumental ultramoderno, personal contratado como Dios manda y no medio contratillos y empleos familiares, amén de una contabilidad que deja muy mucho que desear. ¿Le hace factura su dentista? ¿Le hace factura su psiquiátra, su psicólogo (que no es médico), su otorrino, su traumatólogo, su ginecólogo particular, su endocrino? Y así hasta una legión. Hacienda tiene algo que hacer con todo esto. ¿Y las clínicas privadas grandes? ¿Qué contabilidad llevan en sus consultas externas? ¿Se han parado a pensar la caja b, dinero negro, tan grande que estamos creando con toda tranquilidad? Después de los grandes empresarios, los inspectores fiscales deberían meterse en harinas de estos costales, donde un médico, de repente, compra en pocos años tres o cuatro pisos, o una clínica no cuenta ni con servicio de pago por tarjeta bancaria. Todo «a toca teja». Señores inspectores, perseguigan el fraude de bata blanca, que este sistema permite con una asistencia sanitaria en disfunción con la gratuidad general para todos y cada uno de los españoles. Un logro que estamos minando si seguimos así.