| Reportaje | Aprendiendo a escuchar |
Tocata y fuga para escolares
Cuatrocientos alumnos de los institutos de Ponferrada asisten al primer concierto didáctico de órgano del Instituto de Estudios Bercianos en la Basílica de La Encina
La famosa Tocata y fuga en Ré menor de Bach volvió a salir ayer por los tubos del órgano de la Basílica de La Encina. Y lo hizo para cuatrocientos escolares de cuatro institutos de enseñanza secundaria de Ponferrada, que se convirtieron en el público del primer concierto didáctico de órgano que organiza el Instituto de Estudios Bercianos (IEB). Las manos, y los pies, de la organista asturiana Susana García Lastra, obraron de nuevo el milagro de la música durante setenta minutos de concierto, que además de la pieza de Bach, incluyó otras obras de compositores europeos; la Batalla de clarines del español José de Nebra Blasco, la Fanfarre del francés Lemmens y otra pieza del italiano Doménico Zipolli. «Se trata de conozcáis el mundo a través de la música», les decía la organista a los escolares de los institutos Europa, Gil y Carrasco, Álvaro de Mendaña y Virgen de La Encina que ayer ocuparon los bancos de la iglesia. Las imágenes de la intérprete deslizando las manos por el teclado y los pies por los pedales, proyectadas sobre una pantalla instalada ante el altar, sirvieron de complemento al concierto. «Pretendemos que sin saber nada del instrumento, los chicos conozcan sus posibilidades, las partes del órgano, la labor de la organista y también el valor del silencio en la música», contaba Susana García, que antes de tocar el órgano fue pianista, minutos antes de su actuación. El concierto también incluía notas desafinadas para que los escolares apreciaran la diferencia, porque Susana García entiende que la música puede ser «como cocinar». «Le podemos echar sal y especias, pero sin pasarse», añade. La organista dedicó las horas previas a su actuación a conocer el órgano de la basílica, y reconoció que data de «una época nefasta para la organería española», los años cincuenta del pasado siglo, en la que se construyeron muchos instrumentos, pero de baja calidad, después de que durante la guerra civil el estaño de sus tubos fuera una materia prima codiciada. Por eso, observando la estructura que todavía se conservan del primitivo órgano barroco del templo, situada en frente del moderno, no dejaba ayer de recomendar su restauración. «Podría ser un gran órgano», decía.