Anxo Quintana

ANXO QUINTANA, líder galleguista, apareció muy suave de formas y también de fondo durante la campaña de las elecciones regionales. Iba entonces Anxo sonriendo por las comarcas, disipador de dudas, tranquilizador de votantes. Iba Anxo Quintana dando a entender que su nacionalismo no es esa tesis atroz de Carod, ese espejismo adusto de Tardá. Iba Anxo en plan de compañero, de amigo, de ese político sensato que no quiere aventuras, menos aún en país tan pacífico y antiguo como Galicia, tan sabio y romano, que de celta siempre tuvo bien poco, al margen de las ensoñaciones de los honrados escritores de la nostalgia sueva. Iba Anxo Quintana sosegador y gradualista, sin ceder a los excesos patrióticos a los que son tan dados otros nacionalistas. Iba Anxo contento rumbo a las urnas, y ni siquiera perdió la sonrisa cuando supo que sus votos decrecían. Y no pierde la sonrisa Anxo, ya con menos diputados, porque lo que importa es gobernar, y ahora gobierna. Amparado en los votos socialistas de Galicia, que, en general, no son votos nacionalistas porque Pérez Touriño, por fortuna, no es Maragall. Aunque esté obligado a templar gaitas con los del Pobo. Iba Anxo, digo, pero ya pronto empezó a volver. Porque nacionalismo y expansionismo van de la mano, aunque se trate de un expansionismo modesto y de la bruma. Anxo Quintana, que ya anhela la anexión de unos cuantos municipios leoneses a Galicia. Y que lo articula como primer paso para extender luego los límites de su comunidad hasta el puerto de Manzanal, favorecido por esos bercianos que afirman, descuidosos con la historia, que el "Bierzo ni es Asturias, ni es Galicia ni es León". Y me pregunto yo: ¿no es el Bierzo León después de pertenecer durante más de mil años a su viejo reino? Y los nacionalistas me responden: el Bierzo es Galicia porque lo decimos nosotros; y de ahí yo ya paso a preguntarme si no podríamos encontrarnos, espero que no, ante una nueva insidia territorial, ante un insólito y absurdo desencuentro entre dos tierras no sólo vecinas, sino hermanas. Dos tierras, Galicia y León, que se llevan muy bien desde siempre, que configuran entre ambas, y con Asturias, el magnífico y literario Noroeste. Y ahora tengo una idea, Anxo: reivindica, como región, el Noroeste, integrado por Galicia, Asturias y León. A eso me apunto. Y la capital en Ponferrada, que quedaría a medio camino de sus lindes. Pero si no te gusta esta idea, Anxo, desencántate. Porque nosotros, los bercianos, somos leoneses por lo civil y de Astorga por lo canónico.