Diario de León
Publicado por
JOSÉ ÁLVAREZ DE PAZ
León

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AHORA que la herida sangra un poco menos, aunque la silla baja aún cruje lo suyo, es el momento de recordar la vida pública de Manolo, que acaba de dejarnos sin avisar, dormido y sin despertar, o no queriendo hacerlo para no molestar, fiel a su manera de ser y de estar. Algunas gentes, tienen como un sexto sentido que les impide, al precio del olvido de si mismos, ser una carga para los demás. Vivió Manolo en una actitud permanente de discreta y eficiente disponibilidad, esa rara virtud que tienen algunos, de aparecer cuando les necesitan, procurando esfumarse y pasar desapercibidos cuando ellos tienen un problema. Pero habíamos quedado en hablar de la vida pública de Manolo, pues su vida privada es privilegio y tesoro, guardado con legítimo orgullo, por sus seres más próximos y más queridos. Es cierto que toda vida es, en mayor o menor medida, vida pública que merece ser recordada y reconocida, pero conozco también, por experiencia, lo duro que es, o era al menos hace algunas décadas, la tarea pública y necesaria del trabajo sindical. La actividad sindical de Manolo discurrió en Comisiones Obreras, donde debe haber mucho trabajador bien nacido, a juzgar por el gentío laboral que fue a decirle adiós en la tarde fría de Montearenas, cruzada por un filo de nieve lejana y cortante, acompañando con el silencio respetuoso y desconcertado, ante la presencia madrugadora de la muerte. Quiero que sepas, niña Julia inteligente, que ya conoces todo lo que pasa y lo que ocurre, que tu padre fue un eficaz defensor de la dignidad y los derechos de los trabajadores, que dedicó a ese duro trabajo muchas horas, muchos años de su vida, elegido por sus compañeros, delegado sindical, presidente del comité de empresa de ENDESA, negociador siempre elegante y educado, respetado por todos, incluso en sus encierros y huelgas de hambre. Maestro industrial, su orgullo, nos lo recordó Elena a todos en el funeral presidido por Paco Beltrán, fue ser trabajador y representante de los trabajadores, pues consideraba al pueblo, en su conjunto, como el verdadero motor de la Historia. Supo ganarse el respeto de todos, pues habiendo desempeñado las máximas responsabilidades de representación, dejó la empresa en la misma categoría laboral que tenía al entrar. Por eso te encontrarás muchas veces por la vida adelante con personas que te hablarán muy bien de él, porque tu padre sigue vivo en tu pequeño corazón y en el de muchas personas mayores que también le queremos.

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