«Da mucha rabia que no haya tenido un entierro digno»
La familia explicó a los asistentes que el cura se negaba a oficiar el funeral si no le pagaban el sepelio pendiente con las misas, y el párroco ha comentado que llevaron las cosas demasiado lejos
«Las misas que le he dado a mi tío es haberlo cuidado día y noche durante los últimos tres meses, limpiándole para que no le salieran llagas», decía ayer Lucrecia González, una de las dos sobrinas que le quedaban a Agustín Canedo, fallecidodebido a una enfermedad renal. Lucrecia reconoció que en vista de la postura del sacerdote, la intención inicial de la familia ya fue la de no entrar en la iglesia el día del funeral. «Le habíamos dicho a la funeraria que siguiera recto, pero nos convencieron para parar. Y ya ni siquiera salió a rezar el responso». Dentro de la sacristía tuvo lugar una conversación tensa mientras los vecinos ocupaban los asientos de la iglesia para asistir al funeral y a la misa de domingo. El sacerdote ha comentado que estaba dispuesto a oficiar el funeral y que la familia llevó las cosas demasiado lejos cuando recordó la deuda. La familia reconoce que uno de sus miembros volvió a entrar en la sacristía para llamar al párroco «sinvergüenza», y que la actitud intransigente fue la del párroco. «Da mucha rabia que no haya tenido un entierro digno», decía ayer Desiree, hija de Lucrecia.