Fe de erratas
A VECES ES fácil tener, escoger, elegir un tema para tratar en la columna de la semana. Estas semanas pasan tan deprisa que el Lunes se llama de pronto Jueves y muchas veces, y para muchos, Martes y Miércoles se desdibujan o diluyen sin importancia particular, como si no hubieran existido. Comentario habitual: «Cómo pasa el tiempo», comentado no sin cierta superstición de esa que nos presta la ilusión de que por decir o, lo que es lo mismo, llevar sentimientos a palabras, podemos hacer algún truco de magia que sirva para detenerlo, o en su imposible, al menos tener certeza de que uno no es el único que navega con incierto timón sobre este mar de días y días que suman años. La semana pasada estaba yo frente al ordenador decidiendo, o intentando sacar en claro qué y cómo escribir, porque el problema nunca es la falta de temas, sino todo lo contrario. Se murió Carmela, el Castillo sigue llenándose de ladrillos y hormigón, el río sigue sucio por mucho pato que lo disimule, mi amigo Manolo se encontró con todo un oso en las montañas de Colinas del Campo de Martín Moro Toledano (tal nombre merece ser dicho entero), Isabel Carreira Pol ha publicado un libro lleno de geniales retratos en clave de poema... y entre duda y duda fui echando ojeadas a la edición del Diario de León en Internet de ese día y de los dos anteriores, para ver si algún otro tema merecía más atención. Así, con el correo abierto, fui haciendo anotaciones, pequeñas frases para luego desarrollar. Y «Salvemos Ponferrada», fue anotado como título provisional en mi acostumbrada manera de hacer las cosas sobre la marcha. Finalmente, con el tiempo en mi contra, y a falta de planificación suficiente o satisfactoria para cualquiera de los temas posibles, me decanté por hacer una mención sobre el fenómeno actual y anual de las rebajas de Enero. Qué ocurrió entonces? Lo supe al día siguiente, cuando mi madre querida me comentó que iba a releer el artículo porque no había entendido nada. ¿Nada?, pensé yo, qué raro, si es muy simple, son reflexiones sobre las rebajas... Pero no. El artículo que envié al periódico y que éste, amable y confiadamente, publicó fue todo el batiburrillo de anotaciones previas al desarrollo. Aún no lo he leído. Mis disculpas, pues, a la plataforma emergente que le dio título. Y aprovechando este espacio, en el que me disculpo con los lectores de las hazañas de estos cuatro gatos, le dedico un cariñoso saludo al siempre tan sabio refranero popular: y es que ya se sabe los que pasa con «Las prisas...