Los datos II

AUNQUE apenas algunos productos autóctonos de calidad, la incipiente industria transformadora de los mismos y su comercialización, además de la servicultura, completan el abanico de nuevos factores de desarrollo rural, la Unión Europea sigue insistiendo en que «la estrategia de desarrollo rural debe basarse en la potenciación de la actividad agrícola, puesto que no puede existir un mundo rural sin agricultura ni agricultores». De acuerdo con esta filosofía podíamos ya ahora peguntarnos, a la vista de los campos yermos que rodean el Hospital comarcal, si seguirá existiendo el Bierzo como comarca, junto a otras áreas rurales de nuestra Comunidad, gracias a los millones de euros previstos para quienes ya no dependan del objetivo I, fondos asignados a la Competitividad, el objetivo Convergencia y el objetivo Competitividad regional y empleo. De momento, el análisis estadístico del Bierzo que nos ofrece la Corporación para el Desarrollo de la Comarca, reflejan la regresión de la actividad agrícola y ganadera, el abandono de las tierras de labor, el envejecimiento de la población rural, todo ello a un ritmo bastante más acelerado que los trabajos de la concentración parcelaria, que viene arrastrando varias décadas de desidia, mareando la perdiz por tierras de Quintana y Noceda y lo único que van logrando es la deforestación del arbolado de ribera, como esperando que el último en salir apague la luz para dar por concluidos sus no-trabajos. Gloria da ver, en cambio, la pujanza agrícola y ganadera de la vecina comarca lucense de Chantada, que tal parece aquí que por donde pasa el carbón, nada vuelve a florecer. En cuanto al sector forestal, que según la U.E. «contribuye a la creación y el mantenimiento del empleo, al logro de la cohesión social, e incide claramente en el desarrollo sostenible local de las áreas rurales» baste decir que el monte es un recurso natural de primer orden, cuya explotación es prácticamente inexistente en el Bierzo, aunque el 55% de la inversión en el monte se traduce en mano de obra directa. Aquí hay muy pocas hectáreas arboladas, muy poquitos árboles y el 70 por ciento de los montes sufren más de diez incendios al año, debido a la ausencia de una política preventiva durante el invierno y también porque las últimas décadas registran seis días de nieve al año, frente a los 41 días de años anteriores¿. Habrá que aplicarse todos, para que la botella medio llena se vaya llenando poco a poco.