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Publicado por
JOSÉ ÁLVAREZ DE PAZ
León

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CUANDO con cargo a los Fondos Miner, en principio asignados a la recuperación de los ríos del Bierzo Alto, se consumó la llamada ordenación de las riberas del Sil en Ponferrada, los impulsores del proyecto lograron algo importante, según su valoración, que Ponferrada se pareciera aun poco a León capital, con sus escolleras y todo. Pero el precio a pagar fue tan alto como la desaparición del ecosistema de ribera. Al desaparecer los chopos, las mimbreras, los alisos de hojas acorazadas donde le pinzón defendía su territorio, las grajas coloniales y pendencieras trasladaron su fuente de sustento a la carretera, coincidiendo con la desaparición del pájaro moscón polígamo que colgaba sus nidos junto al río donde cultivaban pimientos y cacahuetes los hortelanos, reducidos cuando el polígono de las huertas pasó a ser urbano. Tampoco sabemos que habrá sido del picapinos, del pájaro carpintero desparasitador de árboles, del verdenal amigo de los fresnos de ribera, de las grajillas que desparasitaban las ovejas de Ramiro, hasta que desaparecieron las ovejas y , lo peor de todo, también desapareció Ramiro, flor del campo y leño verde como lo definió José Antonio en su funeral. Algunos se refugiarían en los vecinos árboles del barrio de los judíos, donde ahora exigen al Ayuntamiento que tale los árboles de la avenida de América, porque no les dejan ver, supongo, los coches que la transitan diariamente. Así quieren contribuir algunos a que se consolide el decreciente censo de árboles que padecemos, por los incendios forestales. Porque también el censo de campesinos leoneses ha caído por vez primera por debajo de los diez mil activos, y porque aquí no pasa como en Soria, donde un obispo incluyó, hace algunos años, la tala de árboles en la lista de pecados reservados al Ordinario del Lugar. No sé si el Ayuntamiento cederá a las presiones vecinales o, por el contrario intentará explicarles la importancia vital de los árboles para el bienestar y la salud de los humanos, tal como se hacía antes en nuestros pueblos el «día del árbol», al menos de una vez al año. Me temo que esta opción es más engorrosa y menos rentable electoralmente. ¿Cederá el Ayuntamiento en esto, como lo viene haciendo en la poda prematura y agresiva, anticipándose al otoño que se encargaría de dorar las hojas o hará como en Fuentesnuevas, que cortaron los árboles y allí siguen los tocones¿

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