La consejera define al botillo como «una rareza gastronómica» y «un testimonio de arqueología culinaria»

Como segoviana que es, a Silvia Clemente no le extraña la devoción de los bercianos por un producto que procede del cerdo, y en «la cuna del botillo», que así definió a Bembibre, y con el Teatro Benevívere abarrotado, pronunció algunas frases lapidarias sobre el embutido dentro de su discurso de mantenedora. «Estamos frente a una rareza gastronómica, un testimonio de arqueología culinaria, un referente singular de nuestro patrimonio etnográfico cuyos orígenes se pierden en las brumas de la historia», leyó dejando que se notara cual es el ámbito de acción de su consejería. Clemente, presentada por el alcalde, Jesús Esteban, se refiró al Consejo Regulador que avala la calidad del botillo y que permite que desde sus orígenes humildes y vinculados a la matanza, se pueda hoy elaborar y comercializar durante todo el año. La mantenedora recordó que el embutido no está solo en el Bierzo y es «uno de los hitos» de su gastronomía y su industria agroalimentaria. Alecionada sobre lo que le esperaba en el restaurante acondicionado para mil comensales en los pabellones deportivos, Clemente reconoció que el botillo es un manjar concebido para enfrentarse a él «con la maestría del comensal que no se arredra ante el reto de separar con parsimonia los huesos de la carne» porque compartir el botillo en amistad, «está reñido con las prisas y la glotonería».