Noceda del Bierzo.com

NO TE ACOSTARÁS, me digo, sin compartir unos minutos con los amigos esparcidos por el pequeño mundo, sin visitar la galería de fotos, sin entrar en el foro, sin leer las noticias domésticas de ese rincón del planeta donde reside lo mejor de ti mismo. Decía don Camilo J. Cela que ser de pueblo es importante, sobre todo si se es de Padrón. A mí me parece una suerte ser de pueblo, pero de cualquier pueblo, pues si algo tengo claro es que no profeso la fe de los nacionalistas, esa clase de gentes cuyo mandamiento se podría resumir en dos: lo mío es mío y lo de los demás es de todos. La página web de Noceda del Bierzo es un espacio abierto y global por el que se mueven en plena libertad gentes de sentir y vivir plurales y distantes, de alguna manera relacionadas con ese lugar recostado en las verdes praderas que alimenta Gistredo. Es una página diseñada y conducida con discreta eficacia por Luis Nogaledo, un profesor que, como su apellido indica, es de allí y sabe escuchar el latir hondo de su pueblo, como lo demuestran las secciones de etnografía, cultura popular, historia y oficios tradicionales. También porque ha tenido la valentía de poner en la galería de mártires de Noceda no solamente a los que dieron su vida inocente y sin dañar a nadie y están por ello en vías de canonización, sino a otros como por ejemplo el soldado Juan Uría, fusilado en Astorga por cantar la internacional. Me parece muy coherente, pues conviene recordar que Noceda es, quizá, el único municipio de la provincia de León que no tiene una cruz de los caídos- vencedores, como exigía el gobernador de entonces contra el criterio del alcalde, que manifestó: "o todos o ninguno" y fue cesado como jefe local del Movimiento, pero no hubo cruz de los caídos allí. La web de Noceda es visitada por internautas de Argentina, México, USA, Venezuela, Francia, Alemania, Andorra, Perú, Chile, El Salvador, Brasil, Colombia, Portugal, Panamá, Bolivia, India, Japón¿ A todos ellos les reciben la flauta y el tambor de Pepe Mateguines, con el corrido, la jota y la dulzaina., haciendo aflorar alguna lágrima en las antípodas, la nostalgia de un valle donde la sangre de los dioses, como escribió Juan Carlos Mestre en su poema El Ídolo de Noceda, "era fulgurante y hermosa, dócil como el aroma de la música y los bondadosos mastines que mi corazón escucha ladrar toda la noche".