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Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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PARECE SER que el Gobierno de la ¿nación? está dispuesto a inundar de dinero público la Cataluña que tanto quiere, y a la que tanto le debe (oh Maragall, cadáver político); y que ha dado instrucciones a sus negociadores más intrépidos para que garanticen los caudales que sean precisos al objeto de que el nacionalismo identitario que gobierna aquella tierra (donde los ciudadanos suelen ser ajenos al delirio secesionista) puedan alcanzar los últimos objetivos patrioteros. Paso a paso. Con esos dineros nuevos, que probablemente mellarán viejas e imprescindibles solidaridades, los gobernantes catalanes podrán organizar su territorio con gran lujo de detalles. Surgirán provincias nuevas -las veguerías-, cuerpos de funcionarios independentistas, poetas de la raza, narradores de los derechos históricos, dramaturgos del incienso, gastos inefables, infinidad de hemiciclos, policías del idioma, espías de la esencia, traficantes de sentimentalismos regionales y ese premio disgregador de las selecciones deportivas nacionales con sus patinadores adoctrinados y sus goles imparables. Surgirán más periódicos subvencionados (¡todavía más!) en aquella región donde nadie se atreve a criticar al poder cuasi religioso de nacionalistas y PSC. Y brotarán radios públicas en cada aldea, financiadas por la Generalitat, donde será pecado de Montserrat y delito de lesa patria hablar en el idioma en el que lo hace el 50 por ciento de los catalanes. Todo eso es lo que favorece nuestro generoso gobierno, que está a punto de provocar un serio conflicto comunitario con tal de pagar el penúltimo precio que pide Maragall-cadáver-político: esa oscura OPA llena de grasa política. Y mientras el dinero se prepara para correr rumbo a Cataluña, ese dinero faltará para otros menesteres. Y entre ellos, y en el marco (cierto que necesario) de la reducción del gasto en RTVE, se les ocurre a los dirigentes de la cosa no ahorrar donde deben (producciones fracasadas, enchufismo salvaje, subvenciones a cine malo, etc.) sino que pretenden cargarse las modestas e imprescindibles emisoras territoriales. Quieren asesinar a la más antigua radio del Bierzo. A la que nos abrió y nos abre el mundo a tantos y durante tantos años. A la que nos descubrió y descubre las gentes y las cosas, los paisajes y la historia del Bierzo. Y su dolor y su alegría. Su fútbol y sus mineros, su vino y sus maestros. Quieren acabar con una voz abierta y libre para pagar precios políticos que nos son ajenos. Espero y deseo que no lo consigan.

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