Diario de León

SILLA BAJA

Un premio para Amancio

Publicado por
JOSÉ ÁLVAREZ DE PAZ
León

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EL DIA QUE aquel joven estudiante fue a pedirme unos datos para un estudio sociológico, me dijo, ya al final de la entrevista, que también cantaba. Como yo no presté mucha atención a la noticia, tomó mi guitarra y empezó a cantar. Yo boquiabierto, sorprendido de que volara tan alto quien iniciaba su camino de perfección decidido a darle a la caza alcance. «Eres muy bueno», dije y él, que aún no se trataba con Juan de Yepes, respondió con humildad de carmelita descalzo: «puedo hacerlo mejor». Desde entonces nuestra bien soldada amistad resiste la prueba del tiempo y la distancia, de modo que no soy imparcial escribiendo cualquier cosa sobre Amancio Prada, ni falta que hace. Soy parcial sin renunciar a ser total y pienso que es el mejor. Le he visto cantar en la calle, en las bodegas y en las catedrales y se que es el mejor. Por lo demás el mayor elogio que pudiera hacerte un paisano del Bierzo sería este: eres una persona muy parcial. Amancio es igual de bueno como persona y como poeta trovador. Una persona muy parcial. ¡Qué amigo de sus amigos! La comunidad de Castilla y León, en el ámbito de las Artes, ha premiado, en los dos últimos años, a dos amigos míos, que son Cristóbal Gabarrón y Amancio Prada, ambos domadores de fronteras, ejercientes de embajadores de nuestra tierra por todo el mundo, no sólo por su genio creador reconocido por todos, sino por su saber estar sin dejar de ser, amigos de las cosas bien hechas y un par de currantes que sudan bien la camiseta todos los días de su vida. Fui testigo en París de la emoción de Amancio al tener en las manos su primer disco, Vida e Morte, en el año 1974, como un padre que sostiene a su primogénito. Detrás han venido más de veinte, pero habría que añadir no poco de lo relegado al olvido por este perfeccionista que, como acaba de declarar a Diario de León, siempre está aprendiendo y lo que menos soporta es la chapuza, aunque en eso de tirar trabajos a la papelera puede decir que normalmente se pasa bastante. Y puedo decirlo porque, al fin y al cabo, también puedo presumir de haber cantado a dúo con Amancio en algunos lugares como París, estando sentados los dos en el suelo de la Abadía de Cluny, aquella copla que reza de la siguiente manera: «Desotro lado del río/tiene mi padre una viña/no la cava ni la poda,/vendimiar si la vendimia, desotro lado del río¿.

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