Policía con pasaporte a Haití

Arrancó en el año 2004, como una misión que venía de la mano del seno de las Naciones Unidas y que pretendía implicar a los agentes civiles y militares de la sociedad internacional para ayuda a la estabilización del que es uno de los países más pobres del mundo, Haití. Así, con el nombre de Minustah, el proyecto ha permitido la cooperación de cuarenta países de Europa, América, Asia y África para desplegar amplios contingentes de personal encargados de realizar esta labor de estabilización, de apoyo al Gobierno de transición, al proceso constitucional y de creación de las estructuras necesarias para la consolidación de un estado democrático que garantice los derechos humanos. Un proyecto ambicioso, de ámbito internacional y de la mano de una organización como las Naciones Unidas es, sin duda, un goloso caramelo para una persona con inquietudes por vivir nuevas experiencias y por crecer en lo personal y también en la escala del Cuerpo Nacional de Policía, con dirección inmediata al peldaño de la Subinspección. De momento, y al menos que se haya dado a conocer, Raúl Prado, oficial de policía en la comisaría de Ponferrada y ponferradino de nacimiento, será el primer policía de esta tierra que participe en esta misión de colaboración para crear en Haití un estado pacífico y con estructuras democráticas que le permitan mantenerse en pie en la situación mundial actual. Tras ingresar en la Policía Municipal en el año 1995, y después de desarrollar su trabajo en ciudades como Pamplona o Lugo, el ponferradino se embarca ahora en una experiencia que, asegura, «estoy convencido de que es una oportunidad que merece la pena. Una forma de crecer tanto en lo profesional como en lo personal». Proceso de selección El «cásting» no fue fácil: un conocimiento «muy alto» del francés y la acreditación de una buena carrera profesional desempeñada eran fundamentales. Tras superarlo, Raúl Prado embarcará en un avión que está previsto que despegue a finales de este mes con la compañía de otros cuatro policías españoles, a los que no conoce, pero con los que compartirá un año de su vida. La misión allí, que él define como de «observador de la ONU» y colaboración con la policía haitiana, se prolongará en principio por 12 meses, que se distribuirán con periodos de descanso para regresar a casa aproximadamente cada dos meses. De esta manera, el oficial de Policía ponferradino podrá acreditar su participación en un proyecto para el que se han autorizado un total de hasta 6.700 efectivos militares, 1.622 agentes de policía, 548 funcionarios internacionales, 154 voluntarios de la ONU y 995 funcionarios nacionales. Ahora, casi con la maleta hecha, las vacunas contra las fiebres tifoideas y el tétanos puestas, el tratamiento contra la malaria en una mano y el diccionario en la otra, él, su mujer, su hijo y su hija, sólo esperan al aviso que le lleve rumbo a Haití, una misión que emprende con el que considera «imprescindible» apoyo de los suyos.