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Publicado por
MANUEL CUENYA
León

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CON MOTIVO de las primeras Jornadas de Cine e Inmigración, que han tenido lugar en Ponferrada los días 23 y 24 de mayo, hemos conocido a Abdoulaye Guene, un senegalés que decidió salir de su país para venir a vivir a Salamanca. Es Abdoulaye uno de los muchos inmigrantes que, atraídos a buen seguro por el mito de Europa, ha querido probar fortuna en España. Aunque él no tuvo, por suerte, que salir en patera ni cayuco. No hablamos de un «huido», sino de un cineasta que aspira a encontrar un hueco en nuestra sociedad. Ojalá sus ilusiones se conviertan en realidades. Ilusiones es el título del corto documental que tuvimos la ocasión de ver el pasado 24 de mayo. A través de este documental, Guene nos enseña y a la vez previene a los sus paisanos de que no es oro todo lo que reluce en Europa, que en España no se trabaja poco y se gana mucho, que en definitiva España no es ningún paraíso. Mediante testimonios de algunos inmigrantes senegaleses, y entrevistas a responsables de CC.OO, Cáritas y la policía salmantinas, nos informa, incluso nos desvela, los entresijos reales de lo que supone ser inmigrante ilegal en nuestro país. Asimismo nos alerta sobre el rostro perverso de las mafias, que juegan con el dinero y la vida de tantos inmigrantes. Es el suyo un documento de gran valor, didáctico y verosímil, al que deberían tener acceso los potenciales inmigrantes. Ilusiones o «la ilusión perdida» se centra en aquellos que están dispuestos a pagar hasta 5000 euros por salir de su país, lo cual resulta aberrante, puesto que si uno logra reunir tal cantidad de dinero, como señalaba el director senegalés, es una locura lanzarse a la aventura de morir en el estrecho. Con ese dinero uno podría montar su propio negocio en Senegal y vivir bien, asegura Guene. En cualquier caso, no es Senegal uno de los peores países de África para vivir. Tiene una larga tradición democrática y sus habitantes gozan de ciertos derechos, tal vez porque no es un país rico. Los países más ricos de África, dice este director senegalés, están siempre en conflicto. Y así seguirán porque a los poderosos les interesa tenerlos bajo control. No olvidemos que las grandes empresas africanas están en manos de europeos occidentales y gringos, que no se hartan de saquear estos países, cuyo endeudamiento les impide levantar cabeza. La tan cantada globalización no consiste en enseñar y formar a los africanos como agentes de desarrollo, ni en procurarles sanidad, sino en meterles la coca-cola por los ojos, como al resto de los humanos.