Vuelven los judíos

ANTES DE NADA. No tengo nada en contra de nadie en especial y creo a pies juntillas en que el devenir de los tiempos va irremediablemente hacia una población mundial interracial, mestiza y globalizada gracias a la sociedad de la información. Y dicho esto, leo con interés la visita del embajador judío al Bierzo de la mano de la Asociación Monte Sinaí. Vuelven los judíos después de tanto tiempo desaparecidos, escondidos, echados de nuestra sociedad. En nuestra infancia, los judíos eran esos que permitieron la muerte de Jesucristo a manos de los romanos, era Judas encarnando la traición y lo malo de nosotros mismos. Tradición macerada a base de bien por medio de la Iglesia católica. En nuestra adolescencia, los judíos eran esos a los que el Cid engaña pidiéndoles un préstamo que paga con cofres de arena. Porque robar a un ladrón no es pecado. Porque hasta en nuestra literatura el judío es sinónimo de fenicio, banquero, usurero, prestamista despiadado, etc. En nuestra juventud, los judíos que conocemos han creado «por coj...» un país, el Estado de Israel, como pago a los males infringidos a esta gente durante la Segunda Gran Guerra. Apoyo de la banca norteamericana e inglesa por detrás de la ONU y las grandes potencias. Y a los palestinos, dueños de esas tierras, obligados a emigrar. Mucho hay de clichés, estereotipos y patrañas con respecto a los judíos. En Astorga, había dos juderías y una gran sinagoga, pero hasta que el Cabildo no terminó con ellos no paró. Se pueden cotejar los altos impuestos que tenían que pagar por el sólo hecho de existir allí. Excelentes matemáticos, físicos, músicos, joyeros, han sabido conservar sus costumbres y, reconozcámoslo, algo de etnocentrismo hay en ellos. La Universidad SEK de Segovia, se dice, y allí lo vi, es un nido de profesores judíos o proisraelís. En nuestra sociedad, personajes como Garzón, Lluis Bassat, Enrique Múgica, etcétera proceden o profesan la causa judía. Israel, pretende con Monte Sinaí «captar» a mentes preclaras para su causa. Y a buena fe que con el mejor historiador del Bierzo, amigo por demás, compañero de colaboración en el mismo periódico, lo ha conseguido. No. No tengo nada contra ellos. Algunos los tildan de ser como los gitanos pero en plan culto, fino. Igual de sectaristas, de proteccionistas de lo suyo, pero mientras los primeros suelen crear trastornos a la sociedad, estos últimos, salvo los sionistas, conviven, a hurtadillas sí, con nosotros.