La movida
NO CREO que el terremoto de Castrillo de Cabrera y menos el de Brañuelas, hayan causado mucho sobresalto en los aledaños de el Plantío, habituados como están los vecinos a las diarias deflagraciones derivadas del público ornato, en horarios y volúmenes extemporáneos, que si lo hiciera un caboverdiano sería cautivo y preso por desórdenes públicos, tal la peste temprana de las motos de viento que trasladan pipas y papeles del parque infantil, pese a la promesa del alcalde de cortar ese abuso, se ve que controla poco el área, su medicina sólo hizo efecto unos días. Dónde queda el Centro de Día, pregunta una anciana perdida entre la multitud de feriantes en el zoco. Cruce por entre las motos quads, cuidado con esa zanja, detrás de aquel scalextric, más allá del superdragón, al lado de la olla loca, donde pone «el saltamontes», antes estaba por allí, no se ahora. Un día para montarla, otro para desmantelarla, tres con sus noches para sufrirla, es la historia de la feria de San Antonio este año. No han faltado esta vez gentes desinteresadas dispuestas a hacer la fiesta a los demás, desinteresadas de las consecuencias estadísticamente incontestables de las movidas licenciosas, en rendimiento laboral o estudiantil, en accidentes de tráfico o de trabajo, en conflictos domésticos o de peña habitualmente distendida, metafísico estás Manolo, es que no duermo. Que aprendan los de la Puebla, trataba de interfonar un comisionado en medio del alboroto, tanto recinto ferial, tanto pivote contra coches, tanta zona semi peatonal, tanta camelia. Que copien de la avenida del Bierzo, abierta en canal como está, que no cabe aquí un alfiler ni un cable, esto es vida. Un anticipo de lo que será cuando devenga en carretera de circunvalación consensuada. La señora concejala de medio ambiente, macetas y visitas guiadas, anuncia por su parte que Aenor, con dos auditorias a la carta, va a premiar, por vez primera en esta comunidad, la calidad medioambiental de Ponferrada. Sorprendente noticia, cuando, según la Junta, padecemos aquí la peor calidad del aire de toda la comunidad, mientras Aenor presume en su última asamblea, de haber otorgado 17.839 certificados de gestión de calidad, 3.303 de gestión ambiental. Ya es raro que no corresponda alguno a Castilla y León, uno de los territorios más extensos de Europa. Demasiadas auditorías para ser fiables, excepto para clientes y afines. Quienes no corren riesgo de pérdida de credibilidad son los gestores medioambientales de Ponferrada. Ya no les queda.