Diario de León

Un jubilado japonés exhuma en el Bierzo «paseados» de la Guerra Civil

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Ponferrada

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A finales de 2004 un grupo de periodistas japoneses viajó a España para escribir sobre los trabajos de exhumación de cadáveres que lleva a cabo la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Su trabajo encontró acomodo en las páginas de un periódico nipón de gran tirada. Se trataba de una pequeña información con dos fotos que naufragaba en el mar de noticias del tabloide, pero que a uno de sus lectores, Toru Arakawa, no dejó indiferente. Arakawa, profesor de inglés jubilado de 65 años y ávido lector de libros sobre la Guerra Civil, quedó profundamente impactado por esta información y comenzó a rondar por su cabeza la idea de sumarse a las tareas de exhumación. Ni corto ni perezoso, el viejo profesor dejó su retiro nipón y se plantó a primeros de agosto en Madrid, desde donde se trasladó a Ponferrada para buscar a su contacto: Santiago Macías, responsable local de la ARHM. Acompañado de un par de maletas rebosantes de ilusión, Arakawa se presentó en el ayuntamiento berciano con la intención de encontrar a Macias. Su única prueba era una foto recortada de él en el periódico. «¿Pueden decirme donde esta este hombre?», preguntó a uno de los bedeles en un perfecto inglés con acento asiático. Un nipón en Ponferrada Aunque en un primer momento no obtuvo respuesta, la casualidad quiso que en su camino apareciese una persona que le puso en contacto con Macías. El director de la ARHM no daba crédito. «Oye, Santiago, se acaba de presentar aquí un japonés que pregunta por ti, dice que acaba de llegar a Ponferrada para trabajar con tu asociación». Macías, empujado por una mezcla de curiosidad y perplejidad, fue a recoger a Arakawa en su coche y desde entonces no se han separado. Hace casi un mes. El primer destino de esta peculiar pareja fue la localidad gallega de As Pontes, donde la asociación acabó este miércoles los trabajos de exhumación de cuatro miembros una familia asesinados en 1936. Al filo de la medianoche, una veintena de falangistas regresaron sedientos de más venganza y golpearon hasta la muerte a dos de sus hijos, uno de los cuales falleció ensartado por las bayonetas de los fusiles. Pero no había tiempo para contemplaciones. Ayer jueves partieron hacia el Bierzo para continuar con otra fosa.

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