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Publicado por
JOSÉ ÁLVAREZ DE PAZ
León

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COMPARTIMOS durante varios años el mismo espacio físico en el viejo hostal Mori, el mismo horizonte moral, igual pasión por el socialismo democrático, devorando kilómetros por caminos tercermundistas los fines de semana, sufriendo los riesgos propios de un oficio pionero en tiempos de cambio y cólera. Una vez le pegaron y secuestraron en Los Santos de Maimona, rescatado in extremis por la guardia civil; vivimos juntos el trago amargo del 23F y la celebración del final feliz en Lardy, con Teresina y Amancio. Luego le perdí un poco de vista, no la comunicación ni la amistad, porque decidió quedarse en la Extremadura profunda para decirles algunas verdades a los santos inocentes arrodillados ante el señorito, a los aparceros del Alagón, a los aceituneros de la sierra de Gata, a los jornaleros de sol a sol, cosas como estas: «Extremadura existe, nuestro futuro depende de nosotros, es mejor sublevarse que emigrar, no hay que quitarse la gorra para todo, no quiero un pueblo sumiso, sino un pueblo vivo y orgulloso». El ser humano es lo primero, decía compartiendo el humanismo de los doce franciscanos que partieron de Belvis de Monroy hacia México en busca de la utopía, la única conquista posible es la libertad de todos los pueblos. Ellos, aquellos que llevan la gorra entre las manos, vieron que aquel hombre tenía más que palabras cuando prometía ser un cordero entre los pobres, un león frente a los poderosos, que no le temblaría la mano para aplicar la ley de la Dehesa y los planes de mejora. Pero exigiendo una sola cosa: quiero que se respete mi trabajo, que es tan digno como el de un bracero. Si es así, concluía, juntos podemos cruzar el mar Rojo del subdesarrollo hacia la modernidad. Realizados y cumplidos aquellos sueños y aquellas promesas, baste señalar que el Plan de Alfabetización Tecnológica de Extremadura promueve el acceso libre, democrático y gratuito de los ciudadanos a las tecnologías de la información y la comunicación, a través de la participación y el compromiso activo, generando el modelo estándar de referencia europea e iberoamericana de alfabetización tecnológica, anuncia ahora Juan Carlos que no se volverá a presentar a la reelección a la presidencia de la Junta ni a la secretaría general del PSOE de Extremadura, que regresará muy contento a su trabajo docente en la Universidad, ligero de equipaje y con la generosidad suficiente para atribuir al corazón algunas dolencias del alma. Estamos hablando de Juan Carlos Rodríguez Ibarra.

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