Santalla pierde su nido

Hace veinticinco años, el nido de la iglesia de Santalla, en el municipio de Priaranza del Bierzo, se hizo famoso porque las cigüeñas no emigraban nunca. Desde ayer, tendrán que hacerlo a la fuerza. El viento y la posición inestable que desde hace tiempo mantenía en el pico de la espadaña han terminado por doblegar las estructura de ramajes, que ayer cayó sobre una calle lateral del templo que sólo conduce a unas huertas y por donde, afortunadamente no caminaba nadie en el momento del impacto. En sus mejores tiempos, el nido de Santalla llegó a pesar una tonelada y algunos habitantes de la localidad, como el ex alcalde del municipio Daniel Fernández, todavía recuerdan la atención que despertó en los medios de comunicación hace un cuarto de siglo porque las cigüeñas no lo abandonaban ni llegado el invierno. «Sencillamente no se iban de aquí», asegura. El nido, que en la actualidad pesaría unos trescientos kilos, llegó a ser tan voluminoso que en la década pasada ya sufrió una primera caída. «Entonces se reconstruyó, haciéndolo más pequeño, sobre una estructura de madera para que las cigüeñas pudieran seguir anidando», cuenta el ex alcalde, que achaca precisamente a la pérdida del soporte el final que ha tenido el nido. Espadaña huérfana Y no ha sido sólo el montón de ramajes lo que se ha desplomado sobre la calle trasversal de la iglesia. En su caída, además, el nido ha arrastrado una pequeña torreta que servía para iluminar la espadaña de la iglesia, desde ayer más huérfana que nunca. El ex alcalde sólo espera ahora que la Junta Vecinal se decida a rehacer de nuevo la estructura para que las cigüeñas vuelvan a anidar en Santalla.