Diario de León

| Reportaje | La que fue mayor fortuna del Bierzo

La Fustegueras tiene un plan

La Fundación más importante de la comarca sobrevive a más de medio siglo de historia plagada de esquilmaciones de su patrimonio, pendiente ahora del PGOU de Ponferrada

Publicado por
Alejandro J. García - ponferrada
Ponferrada

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El nuevo Plan General de Ordenación Urbana de Ponferrada también afecta a la Fundación Fustegueras-Valdés, la que fuera mayor fortuna del Bierzo. Como su capital se basa en docenas de fincas rústicas y urbanas esparcidas por toda la comarca del Bierzo, el PGOU pendiente de aprobación recalifacará parte de este patrimonio, lo que ha despertado suspicacias y críticas por parte de otros partidos políticos en la oposición, más en concreto, del PSOE, que pide «más claridad en las cuentas y patrimonio de la Fundación Fustegueras». Defensa El Patronato de la Fundación Fustegueras-Valdés, compuesto por los párrocos de Ponferrada y el alcalde de la ciudad eligen cada cuatro años la Junta rectora de la mencionada Fundación. Actualmente, su presidente es el párroco de San Ignacio, José Antonio Arias. El malestar entre los patronos por esta sombra de duda en su gestión es patente, argumentando que «es de una ignorancia supina pedir cuentas a un organismo sin ánimo de lucro que está controlado permanentemente por la Junta de Castilla y León, a través de la Consejería de Industria, a quien se presenta una memoria anual y unas cuentas. También se rinden cuentas al Protectorado de Fundaciones». Además se dice que «¿acaso no se negoció con la MSP terrenos, permutas... o con Endesa en otras ocasiones; porqué no con la Fundación?». El estado actual del patrimonio de la Fundación resulta una tarea harto difícil, no en vano estamos hablando de terrenos y no de dinero contante y sonante. Además de las pertinentes cartillas bancarias con poca liquidez, y teniendo en cuenta que todo lo que se legó se dejó escriturado, actualmente seguirían un cuarto de lo legado sin tocar, esto es, casi seis millones de euros aproximadamente. Pero el precio final de las fincas lo pone el comprador, no el tasador, amén de que buena parte de ellas no están en manos de su dueña, la Fundación, sino que múltiples juntas vecinales, particulares y hasta el propio Ayuntamiento han «cogido» terrenos en el medio siglo de vacío de titularidad y pleitos hasta llegar a la Fundación actual. Emblemáticas fincas de la Fundación son en Puente Boeza su campo de fútbol, en San Lorenzo las zonas verdes, parque y prado de las fiestas, en el antiguo Cementerio del Carmen los terrenos donde se celebran las Justas Medievales y aledaños al Albergue de Peregrinos... La fortuna Fustegueras-Valdés fue fruto de cinco generaciones. Desde los primeros industriales propietarios de un molino o una ferrería, los miembros de la familia invirtieron sus ganancias en sucesivas compras de terrenos desamortizados a la Iglesia y a Juntas Vecinales. «En cierta forma, el patrimonio a vuelto mermado, pero de donde salió», explican algunos sacerdotes consultados. La familia Valdés se convirtió pronto en una saga de abogados, algún político y sobre todo, en burgueses que vivían de las rentas. Según los estudiosos, Ignacio Fidalgo y Miguel J. García coinciden en señalar que «en 125 años en el Bierzo, la saga acumuló 454 millones de pesetas en fincas del año 1961, cuando falleció el último miembro, Miguel Fustegueras Álvarez-Valdés». Desde el fallecimiento de «don Miguel» pasaron 30 años de litigio que aún perduran. Primero hubo que aclarar cuál de los dos testamentos era el válido. Mientras empleados, amigos y un administrador judicial madrileño esperaban resolución, todas las partes esquilmaron poco a poco parte de un patrimonio. «Todos camparon a sus anchas», argumentan desde la Fundación. Hasta parte de Torre España, en Madrid, era propiedad de Fustegueras, «se tomaron terrenos en el Polígono de las Huertas, el Barrio de los Judíos, las piscinas de arriba, el Matadero, el Colegio San Antonio, vecinos que absorvieron o movieron lindes de terrenos que luego era un galimatías aclarar... Anulado el último testamento por encontrarse sin facultades mentales en el lecho de muerte y sentenciado el primero que donaba a los párrocos y al alcalde del patrimonio con claras instrucciones, se constituye al fin la Fundación. Se construye la residencia y se realizan las obras pías pedidas por el fallecido. Y se comienza, como si de un caso de detectives se tratara, a localizar finca por finca, a pagar impuestos atrasados, trabajos de abogados, notarios, registros a nombre de la Fundación... Para todo ello se fuero subastando públicamente terrenos y se puso un poco de orden donde no lo hubo durante casi 50 años después. Todo un ejercicio de ingeniería legal inmobiliaria.

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