ANÁLISIS
Traslados, circo y ponderación
NO ES FÁCIL opinar en un presunto caso de acoso escolar como el que vive Ponferrada con pesadumbre. Resulta casi hasta contraproducente, puesto que la mayoría de las veces el informador es incapaz de penetrar en la intrahistoria del suceso. Pero sí caben algunos análisis al hilo de los lamentables hechos revelados por este periódico y que en el circo de los medios, sobre todo de ámbito nacional, quedan completamente relegados frente al espectáculo de la información. No hay duda de lo deleznable de la acción de las tres compañeras de instituto de Andrea. Tampoco de que las administraciones y la Justicia, como exige la madre de la niña, deben arbitrar las medidas necesarias para que, como poco, las presuntas agresoras cambien de centro de enseñanza y sean, asimismo, dispersadas por los institutos locales. ¿O es que en un caso de violencia de género alguien cuestiona el castigo atendiendo a si éste sucedió en la calle o en el domicilio conyugal? Andrea, como exige su madre, no debe ser la trasladada, sino sus supuestas acosadoras. Apuntado ésto, los encargados de que se haga justicia deberían guiarse por la ponderación. A tres niñas de 13 años, pese a todo, debe ofrecérseles una salida para la contricción y la rectificación. Y nadie debería señalar malintencionadamente al instituto Virgen de la Encina, salvo el que ignore que en los últimos años es el centro más demandado de la ciudad por su nivel de enseñanza y la relativa apacibilidad de sus aulas. Posee un Bachillerato Tecnológico muy reputado y unas instalaciones de lo más completas. Por eso mismo, trasladar a Andrea sería un castigo para su porvenir.