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«La insultaban en el patio»

Los escolares del Iesve se dividen entre los que desconocían el supuesto acoso, los que lo niegan y los que dicen haber visto como la víctima era menospreciada por sus compañeras

Ponferrada

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Es la hora del recreo para los alumnos del primer curso de la ESO del instituto Virgen de la Encina (Iesve), y como todavía tienen trece años, no pueden abandonar el patio del centro. Cuando dos periodistas se atreven a preguntarles desde el otro lado de la verja metálica si conocen a la niña agredida la pasada semana, los chavales se abalanzan sobre la valla y comienzan a hablar todos a la vez y a empujarse contra la puerta que les separa de la calle. De no estar cerrada con llave, ya habría cedido. La voz de una niña morena, que dice conocer a la víctima y a las tres supuestas agresoras, se eleva entonces por encima de los gritos de su compañeros y antes de que suene el silbato del profesor y el tumulto se disuelva, acierta a decir que todo lo que se ha dicho del caso es mentira. Y es su parecer. La aglomeración de compañeros de la víctima y de las supuestas agresoras al pie de la valla era ayer una muestra más del revuelo y de las opiniones encontradas que ha causado en el centro el que tiene todos los visos de ser el caso de acoso escolar más grave que haya trascendido desde las aulas bercianas, sobre todo por los resultados; una pierna rota por tres sitios distintos y una niña que no quiere volver a su clase para no cruzarse con sus presuntas agresoras. Aunque hay alumnos del Virgen de la Encina, especialmente de cursos superiores al de la víctima, que ayer aseguraban a este periódico que habían presenciado como la víctima recibía insultos de las supuestas acosadoras en los días previos a la agresión, el asunto ha pillado por sorpresa a la mayoría del claustro. «Estamos perplejos y la dirección está temblando», reconocía ayer, off de record, uno de los profesores del centro. «No sabía nada, no he visto nada», es una respuesta frecuente entre los alumnos más mayores del Virgen de la Encina, los que ya han cumplido 15 años y pueden salir del centro en los recreos. Pero también son muchos los testimonios de estudiantes, como Boris, que asegura haber presenciado la supuesta agresión, a los que no les extraña lo sucedido, porque, dice, «la insultaban en el patio». Su versión coincide en líneas generales con la de la víctima. «Yo iba con otro grupo y vi como le pegaban una patada cuando iba corriendo y se caía sobre la pierna que se rompió. Luego ellas echaron a correr», asegura serio, mientras una docena de compañeros de clase de su misma edad se arremolina en torno al él. En este grupo de escolares, circula la versión de que todo empezó por una gorra que la víctima supuestamente no quería devolver «al novio» de una de las presuntas agresoras. «Eso fue antes de la huelga -dice Boris retrocediendo a la reciente manifestación de estudiantes convocada a nivel nacional- y le pegaban por eso». De las supuestas agresoras, la mayoría del grupo opina que «están flipadas», hay quien las defiende y dice que «en el fondo son buena gente», y quien, como María, pone la puntilla. «Son muy crías», dice desde la madurez de sus 15 años.