Diario de León
Publicado por
ANA AÑIBARRO
León

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TUVE la oportunidad de aprovechar la tarde anodina del domingo, disfrutando del cine comercial, aunque en esta ocasión he de reconocer que salí encantada con la película, Un buen año. No sólo alegré la pestaña con la imagen del niño malo de Hollywood, Russell Crowe, sino con una visión rosa del mundo del vino, que ya me gustaría que fuese verdad. El director, Ridley Scott, que ya había trabajado con Crowe antes, ha dirigido la película por puro placer, es un gran amante del vino y es propietario de viñedos en la Provenza, al igual que el escritor Peter Mayle, sobre cuya novela realizó la película. El protagonista, Max Skinner, protagonizado por Crowe, es un tiburón de las finanzas en la City londinense, a la muerte de su tío hereda un viñedo en la Provenza, y en medio de la vorágine financiera se ve obligado a desplazarse a la región, recordando así los inolvidables períodos vacacionales con su tío Henry. Repentinamente y como si de un personaje de comedia de enredo se tratase, aparece Christie, que dice ser su prima, hija ilegítima del mujeriego Henry, y que además reclama la propiedad de aquellas tierras. La chica no podía proceder de otro sitio, que del estadounidense valle de Napa, famoso también por su vinos. En la película se deja entrever las diferentes formas de entender la viña y el vino: la postura antigua del tío de Henry, los nuevos conceptos americanos de producción de Christie, para conseguir vinos comerciales, concentrados, estilo Parker y  el respeto al viñedo del vigneron, amigo y empleado de Henry, que defiende la personalidad del vino y el reflejo de la zona. Por otro lado aparecen las arcaicas divisiones francesas de viñedos en su aspecto más negativo, y el nuevo concepto de vinos de garaje más rentables. Una delicia de película que muestra el lado más apacible del mundo del vino, una visión casi perdida para muchos de los que nos dedicamos a esto, pero que es posible que aún exista en algún lugar del mundo. Con esta publicidad, los vinos franceses van a volver a estar de moda al otro lado del charco y en cuanto a suelos lo que se llevarán este año serán las gravas blanquísimas. Bromas a parte, la película me hizo reflexionar sobre la más importante en el negocio del vino: el campo, las viñas, la tierra, el origen, las personas y  el propio vino, que en palabras del viejo Henry, nunca miente, siempre dice la verdad en el paladar. También me hizo reflexionar sobre el futuro proyecto de campo de golf de la bodega Pago del Vicario, donde el vino, parece ser que es lo menos importa.

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