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Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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VEO COMO va quedando la Rosaleda de Ponferrada y el resultado no me convence. Aunque todavía falta la terminación, y tal vez entonces se imponga otra mirada. Visto lo visto, hasta creo que hubiera sido mejor hacer un «pequeño Manhattan» que aprobar esos edificios altos y apretujados. Porque los rascacielos, convenientemente separados, no resultan tan agobiantes. Aunque se me podrá decir, con gran razón: ¿y a santo de qué poner ahí unas torres enormes? Pero lo digo porque me parece más armonioso repartir el volumen legal de edificabilidad en casas más altas y oxigenadas, y combinarlas con zonas verdes y con áreas comerciales de planta baja. Tal vez el Ayuntamiento también guarda más de una reserva sobre el efecto visual del nuevo barrio. Y por ello trata de compensar la sensación de agobio con la creación de un gigantesco parque, que abarcará desde la carretera de Asturias hasta la vieja carretera de La Coruña, aquella por la que pasaba la caravana de Franco en los veranos, a un lado los eucaliptus y al otro el pedregal donde ahora se desmesura la Rosaleda. Este verano estuve en Alcalá de Henares, ciudad muy horizontal ella, muy armoniosa en sus ensanches, y comprobé lo bien que se hicieron allí los barrios nuevos, con calles muy generosas, con pocas alturas en los modernos edificios. Luego lo pongo en relación con la Rosaleda y no me convence. Y eso que no estoy en contra de los rascacielos, insisto. Lo que no me gusta son las murallas. Confiemos en que ese gran parque favorezca el esponjamiento de la Rosaleda. Un parque más, siempre deseable, para una urbe que ya tiene varios y espléndidos. Cada alcalde democrático ha dejado ahí su mejor recuerdo. El quehacer de mi tío Celso quedará unido a la puesta en valor del estupendo parque del Belga, al de Cuatro Vientos o al que bordea el Sil encauzado. Ismael Álvarez, que tanto transformó la urbe, y para bien, dejó otros parques. Y ahora Carlos López Riesco quiere que su nombre esté vinculado a una vasta y generosa zona verde. Buena idea. No es fácil gestionar el desarrollo urbanístico de una ciudad, desde luego. Con todo, espero que el barrio de la Rosaleda, el enorme parque nuevo, las otras zonas verdes liberadas donde estuvo la montaña de carbón y los árboles que deberán crecer junto a los edificios, configuren un conjunto grato y cosmopolita. Para ello también es fundamental que sepamos el uso que se le dé al actual entorno del hipermercado. Público, por favor, y sin mamotretos.

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