| Crónica | El día después del derrumbamiento |
Durmiendo con un ojo abierto
Los vecinos del barrio de Las Quintas afectados por el desplome de un talud a las vías del tren esperan que Adif construya un muro para evitar que nuevos desprendimientos afecten a sus viviendas
Han dormido con un ojo abierto. Los que han dormido. Los vecinos del barrio de Las Quintas de Ponferrada se levantaron ayer con más intranquilidad de la normal, un día después de que la caída de un talud sobre las vías tras las últimas lluvias, acercara el barranco por el que circulan los trenes a dos de las viviendas de la barriada, y a pesar de que los técnicos del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) que visitaron los inmuebles no hayan encontrado motivo para desalojarles. «Nos dijeron que si no nos llamaban, podríamos quedarnos, y así hemos pasado la noche», decía ayer Rosa Castro, que vive con su marido y con sus tres hijas en el número ocho de la calle, el más afectado por el desplome en su fachada trasera, junto con el número diez. Rosa que llegó al barrio cuando tenía seis años y lleva medio siglo en la vivienda, nunca había visto un derrumbamiento parecido. Tampoco Élida Álvarez, que vive con su marido en el número diez y mostraba a este periódico lo poco que ha quedado del pequeño huerto que mantenía tras su vivienda, con los repollos salpicando la ladera. «Yo tengo el suelo de terrazo, con un desagüe, el agua no embalsa, quizá por eso a mí no me ha pasado», elucubraba junto a sus vecinos Merce Cañibano, que reside en el número seis. Los vecinos no reclamarán a Renfe, salvo que en los próximos días aparezcan grietas en las casas, porque el terreno caído es propiedad de la compañía. El barrio confía, eso sí, en que el Adif fije el terreno con un muro de contención y no se conforme con instalar mallas. Algunos vecinos como Paula Merayo, hija de Rosa, creen además que las vibraciones del tren también pueden haber influido.