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Publicado por
ALEJANDRO J. GARCÍA NISTAL
León

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FELIZ AÑO. Me dice el vecino por enésima vez. Mira que a algunos les cuesta sacarse encima la Navidad. Andamos todos un poco retraídos con esto de la resaca festiva. Poco a poco desaparecen todos los vestigios de casi un mes de celebraciones y excesos. Los desvanes vuelven a alojar a los Reyes, Niños y pastores; los comercios retiran sus mejores géneros para intentar colocar al respetable lo de difícil venta a precios normalizados, incluso los medios de comunicación van retirando toda alusión al tipo gordinflón que le ha hecho un año más la guerra a los Magos de Oriente sin éxito, todo hay que decirlo, porque aquí somos mayoritariamente de Belenes y de Reyes. Con unos kilos de más y unos cuantos euros de menos, nos disponemos a afrontar la temida cuesta de enero, que no es tal, sino un invento para mentalizarnos de que nuestras rentas se verán mermadas al ingresar menos y costar más la vida cotidiana, léase la luz, el agua y el teléfono, por sólo citar los servicios básicos que un día fueron una conquista social junto a la sanidad pública y la educación obligatoria. Qué tiempos aquellos. Pero ahora estamos de rebajas. Por rebajar, hasta las inmobiliarias restan un poco de aquí y un poco de allá para seguir forrándose y hacernos creer que es el momento de comprar una casa, una segunda vivienda o hacer una necesaria inversión ahora que los bancos se han empeñado en seguir tratándonos a baquetazos. Hasta mis amigos políticos se han sumado a esto de los saldos. Hay que vender lo realizado en estos cuatro años en alcaldías y gobiernos menores. Y como si se pretendiera encontrar una excusa para seguir el ciclo se anuncian a bombo y platillo nuevos planes, nuevos proyectos, nuevas inversiones que ya no van a poder entrar en los presupuestos de este ejercicio. Sabido es que es época de ofertar. Pero lo que menos se dice es que los gobiernos locales salientes de las elecciones de mayo tendrán hipotecado casi un año contable por los proyectos y la maquinaria burocrática del partido-equipo saliente. Con que entre unas cosas y otras, las legislaturas de verdad de verdad, duran tan sólo tres ejercicios como mucho. Es la trampa, la triquiñuela del sistema, que nos pretende, como los comercios, vender algo que no necesitamos y que a ellos les estorba, a un precio menor al habitual, pero si encima está fuera de temporada, lo que nos quieren colar en realidad es un saldo.