Paletos y gurús políticos
UN ÍNTIMO amigo, sí aunque parezca increíble, aún quedan personas que pueden recibir ese calificativo honorable. Decía que un buen amigo siempre que le voy a ver a su despacho privado de su empresa me recibe con una inmaculada bata blanca. Y ustedes dirán qué hay de raro en eso. Pues es que su oficio es de calculadora y dibujar líneas, nada que tenga que ver con la sanidad, veterinaria, farmacia, alimentación o nada que se le parezca. Yo siempre sonrío y le hago alguna chanza sobre su aspecto, a lo que él me responde con la llamada teoría de la bata. Consiste su reflexión en que las personas que acuden a su empresa y le ven de esa guisa le toman más respeto, da un aire científico, de sabiduría y seriedad que por muchos títulos que cuelguen de su pared no se pueden comparar con el efecto psicológico que provoca la bata blanca. Al principio me parecía una de sus manías, pero con el paso del tiempo creo que mi amigo tiene mucha razón. En la comarca del Bierzo existen al menos dos empresas de comunicación, tres productoras audiovisuales, varias agencias de publicidad y dos profesionales particulares de la Comunicación Política. Es más, alguno ha impartido cursos o seminarios en universidades como Navarra, Madrid o Valladolid. Cuál ha sido mi sorpresa al evidenciar, unas elecciones más, que los sesudos dirigentes políticos contratan empresas y profesionales de fuera para sus campañas electorales, como si a base de suculento talonario el gurú de turno le resolviese sus problemas y carencias de comunicación y propaganda política. Me troncho. La UPL y el MASS han fichado a uno de estos encorbatados chamanes de la palabrería que conocí hace años vendiendo burras como el megamárketing a los criollos hispanos con plata fresca. Conocí a Julio Feo, el hombre de Felipe González, Jesús Sepúlveda el de Aznar, José Luis Sanchís, que hizo triunfar a Ruiz Mateos en unas europeas con su despacho al ladito del Congreso de los Diputados, a Marcos Magaña en Mediatique, a Miguel Ángel Rodríguez en Carat, en fin, y eso por no hablar de Yanquilandia, para no aburrirles. Al menos, el PSOE ponferradino se ha apuntado al carro de la necesaria realidad de adaptarse a los tiempos que corren contratando a una empresa local, que tendrá sus carencias, sus filias y fobias, pero al menos dejan el dinero en casa. Ahora queda por ver si el PP también hace el paleto y se deja chulear los escasos cuartos por fulanos de Madrid «con bata blanca», eso sí.